Massa salió entero y Milei fue más "peligroso" que "loco"
El debate dejó un intercambio dinámico por el formato. Sin derrapes, los equipos de comunicación ganaron en que todos dijeron lo que buscaban. Los matices fueron en las respuestas y los ataques.
En términos generales las primeras lecturas del primer debate presidencial en Santiago del Estero consolidaron un escenario en el que la discusión pasará por Sergio Massa y Javier Milei, relegando a Patricia Bullrich. Mientras que el libertario es el que garantiza el cambio de raíz con rabia, el ministro vendió un futuro distinto y unidad nacional.
Massa salió entero, nada menor al tratarse del “titular” del Gobierno y, sobre todo, de la manija de la economía y la inflación, que presumía cruces que irían a su talón de Aquiles. Sin embargo, se sobrepuso airoso. Por más que lo cuestionaron, no hubo ninguna “trompada” o momento en que haya quedado pedaleando en el aire. Incluso se distanció del gobierno de Alberto Fernández en una pirueta política complicada de hacer.
El candidato de Unión por la Patria se sacó muy fácil de encima a Bullrich al antagonizar con ella y atacarla, por ejemplo cuando le recordó el ajuste del 13% a jubilados. Bullrich tuvo algunos golpes de efecto cuando fue la etapa de preguntas y réplicas, pero no tuvieron el punch necesario y erró bastante en la composición de sus exposiciones.
Javier Milei se estableció como el opositor central del escenario político desplazando a Bullrich o mejor dicho, al no dejarla subir a ese peldaño. Esto terminó consolidando que la discusión será entre el libertario y Massa. Hacia allí se va.
Milei no se salió del libreto sino que apostó a no cometer errores. Fue a repetir los eslóganes de su campaña y a atajarse de algunas cuestiones. Por ejemplo, intentó no perder la compostura para no asustar y quedar como el “loquito”, pero hizo algunas caras histriónicas cuando el resto lo acusaba. No gritó aunque sí se mostró enojado. Sólo se salió del eje cuando Massa lo acorraló por sus injurias al Papa Francisco y le exigió que le pida perdón.
Sin embargo, las recetas y el discurso que repitió, lejos de moderarlos los amplió. “Curro de los de derechos humanos”, “no fueron 30 mil”, “excesos” y “fue una guerra”, fueron sus definiciones sobre el bloque Derechos Humanos en el debate presidencial. Evitó meterse en la dolarización y amortiguó los golpes -aunque le entraron- cuando Massa y Bullrich lo corrieron con lo impracticable de la dolarización.
Miryam Bregman fue sólida, manejó bien los recursos, llámese réplicas y preguntas. En el discurso demostró su oficio de legisladora y de asambleas de izquierda. Claro que el libreto fue el que se conocía de antemano, sin moverse un centímetro. Lanzó buenos títulos al show y seguramente mejoró su conocimiento, lo que no implica más votos.
Juan Schiaretti fue otro que no se movió de su manual de federalismo, trabajo y producción como el que demostró en lo largo de la campaña. No tuvo punch, ni leyó el juego al que se presta el debate.