Perú: las claves de una crisis política con pronóstico reservado
(Por Gonzalo Ruiz Tovar, enviado especial de Télam)
Perú está inmerso en una crisis política y social de proporciones, con una escalada de violencia que deja una veintena de muertos y centenares de heridos y detenidos desde el miércoles de la semana pasada, cuando se desataron las movilizaciones después de que el Congreso destituyera al presidente Pedro Castillo, que fue detenido y acusado de rebelión.
El ascenso a la jefatura de Estado de la vicepresidenta, Dina Boluarte, quien en un primer momento se dijo decidida a seguir hasta 2026, lo que implicaba coexistir con un Congreso profundamente desprestigiado, desató la furia popular en varios departamentos, en especial de los Andes.
La respuesta del nuevo gobierno fue en gran parte la represión, aunque Boluarte se corrigió y anunció un anticipo de las elecciones generales, que sin embargo requiere, para concretarse, de la cooperación de los congresistas, muchos de ellos reacios a cambiar el calendario.
La situación actual, coinciden los analistas, es de pronóstico reservado. Algunas claves son necesarias para entender el fenómeno.
¿Qué exigen los manifestantes?
La agenda tiene básicamente cinco puntos:
1. Cierre del Congreso actual: es una reacción popular contra un foro que, según encuestas, es rechazado por más del 90% de ciudadanos, porque consideran que no prioriza los intereses nacionales, sino los propios.
2. Elecciones inmediatas: bajo el lema "que se vayan todos", un 83% de los peruanos, según el más reciente sondeo, ve en unos comicios anticipados la fórmula para deshacerse pronto de los desprestigiados Ejecutivo y el Legislativo.
3. Renuncia de Boluarte: aunque su ascenso al poder tiene bases constitucionales, pues era primera en la línea de sucesión, en la opinión pública juega en contra el que en sus primeras declaraciones dijera que quiere quedarse. Las muertes empeoraron su posición.
4. Nueva Constitución: es una demanda impulsada sobre todo por sectores de izquierda que consideran antidemocrática la Carta Magna vigente, redactada en 1993, bajo el gobierno de derecha autoritaria de Alberto Fujimori tras el autogolpe de Estado en 1992.
5. Garantías para Castillo: muchos manifestantes reivindican la figura de Castillo y exigen que se le libere, se le dé un trato justo y en algunos casos que se le reponga en el poder. Las reivindicaciones, sin embargo, son más para el ideario y el discurso que para la persona.
¿Qué se necesita para adelantar las elecciones generales previstas para abril de 2026?
La iniciativa del gobierno y la aprobación del Congreso. La primera ya está: Boluarte quiere adelantarlas para diciembre de 2023, pero un primer intento se frustró el viernes en el Congreso, al no recibir los 87 votos necesarios para que el proyecto avance solo hacia una siguiente legislatura, ni los 66 que permitirían impulsarlo con un referendo.
Solo 49 de los 130 congresistas dijeron sí, pero la próxima semana se podría replantear la votación
Algunos que no apoyaron desde la derecha argumentan que no se puede programar comicios a las carreras, con presiones y sin reformas como retorno a la bicameralidad, el fin de la no reelección de congresistas y la adopción de listas cerradas.
Otros, desde la izquierda, condicionan que junto a las elecciones haya un referendo sobre si se convoca o no una Asamblea Constituyente. Ambos sectores se acusan a la vez de recurrir a argucias para evitar el adelantamiento.
¿Qué pasaría si Boluarte renuncia?
A la jefatura del Estado iría al presidente del Congreso, José Williams, pero, como hay un amplio rechazo a su figura, algunos plantean una mesa directiva de consenso, de la que saldría el mandatario interino para encarar el proceso electoral.
Pero los analistas son escépticos de que estos congresistas puedan lograrlo, a diferencia de lo que pasó en 2000 con Valentín Paniagua o en 2020 con Francisco Sagasti. En caso de que el Congreso no pudiera resolver, la carta interina sería la presidenta del Poder Judicial, Elvia Barrios.
Boluarte está constitucionalmente facultada para quedarse hasta 2026, pero cualquier sucesor tendría que llamar a elecciones "de inmediato".
¿Ha dado Boluarte señales de renuncia?
Ninguna. Al contrario, rechaza esa opción en forma explícita y plantea consensos. Se muestra esperanzada en que las cosas se calmen, pero la apariencia es que más bien crece el clamor en contra por parte de quienes la creen un obstáculo para agilizar el proceso.
¿Qué pasa entretanto con Castillo?
Está bajo prisión preventiva, hasta mediados de 2024, en el mismo penal que Alberto Fujimori. Se le acusa de rebelión por su intento frustrado de disolver el Congreso, lo que lo expone a hasta 20 años de cárcel.
Además, tendrá que responder por supuestos delitos de corrupción que le atribuye la Fiscalía. Mientras algunos lo exaltan y lo consideran víctima de un plan orquestado por la derecha, otros, incluidos varios exministros suyos, lo critican y lo tildan de "suicida político".
¿En dónde se concentran las movilizaciones?
En departamentos andinos sureños y centrales, los mismos en que hay un bolsón de apoyo a discursos incluyentes como el de Castillo: Ayacucho, Apurímac, Arequipa, Junín, Cusco, Huancavelica.
Sorprenden también las movilizaciones en La Libertad, departamento de la costa norte más proclive a posiciones conservadoras. En Lima, habitualmente hostil a la izquierda, ha habido incidentes de menor impacto.
Todo el país está bajo estado de emergencia, lo que impone restricciones a los ciudadanos. Incluso hay departamentos bajo toque de queda entre las 18:00 y las 6:00 horas locales.
¿Por qué fue destituido Castillo?
El Congreso, con 101 votos, castigó su pretensión de cerrarlo. El mismo día del frustrado cierre, el 7 de diciembre, el Parlamento iba a votar por un tercer intento de destitución, pero todo indicaba que de nuevo no lo lograría. Castillo se anticipó con una pretendida jugada de ajedrez, pero quedó solo y fue detenido cuando buscaba asilarse en México.
¿La crisis peruana comenzó con el izquierdista Castillo?
No. De hecho, en el anterior quinquenio se sucedieron cuatro presidentes. El originalmente electo, Pedro Pablo Kuczynski, pese a ser de derecha, fue sacado en 2018 por impulso de la bancada fujimorista, lo que desató la ola de inestabilidad.
¿Qué prevén los analistas independientes?
No tienen nada claro. En medio de la pobre calidad de la clase política y de las extremas polarización y beligerancia, los expertos coinciden en que ni siquiera hay razones para confiar con fundamentos en que salga un mejor panorama de las nuevas elecciones.
"El problema político institucional en el Perú es sumamente grave. El descrédito de la clase dirigente ante los ojos de la ciudadanía es probablemente el más alto de América Latina. Tomando en consideración esta situación límite, creo que ya no se pueden hacer parches, maquillajes o arreglos: el país necesita un cambio total, una refundación", dijo el politólogo peruano Alonso Cárdenas, de la London School of Economics.