"Llegamos al verano con nuestro cuerpo, nuestra aceptación, con lo que podemos"
Florencia Pizzella es modelo plus size y reflexiona sobre el calor, la discriminación y los prejuicios que hay en torno a las personas gordas. El relato de una mujer que pasó 10 años usando short y musculosa hasta que se animó a la bikini. "Tardé en entender que todos podemos usar lo que se nos cante", sostiene.
Por Laura Hintze
Florencia Pizzella tiene 11 mallas, todas bikinis. Su colección no solo sirve cada vez que quiere zambullirse en el agua o tomar sol. También oficia de recordatorio: hubo una época de su vida en que pasaba el verano escondida en un short y una musculosa negra. Florencia, de 30, modelo plus size y activista gorda, se ubica dentro del “team invierno” aunque hace unos años le agarró el gustito al calor: le encanta usar polleras, tops y trajes de baño. Le gusta porque ya no tiene que llegar al verano, es la estación la que llega a ella.
Florencia tiene el pelo oscuro, largo por debajo de los hombros. Habla con delicadeza, se mueve con delicadeza y así también elige sus palabras, aunque no le cuesta irse por las ramas. Va y viene respondiendo preguntas, encontrándose en su historia personal e hilvanando ideas y conceptos que lleva construyendo hace años. Es modelo plus size desde 2016, activista por la diversidad corporal y creadora de contenido audiovisual y digital. “También hago contenido de moda, que es lo que más me gusta. Aparte de haber estudiado diseño indumentaria y diseño de lencería”, repite lento y sonriendo. Siempre sonríe.
Ponerse una bikini, sentirse fenomenal
La llegada del verano es para Florencia un momento para despojarse y despegarse de toda la discriminación que ronda en esta época del año. “Hacemos lo que podemos. Cada uno con su proceso, pero rompemos cada vez más con esos mitos de cómo llegar al verano con 20 kilos menos. Llegamos con nuestro cuerpo, nuestra aceptación, con todo, porque lo que importa es que la gente entienda que a pesar de que seamos gordos podemos disfrutar”, remarca la modelo.
Pizzella estuvo años tapándose. No importaba el calor, pareciera que ella no estaba hecha para pasarla bien, o al menos mejor. “La verdad, estuve unos diez años con el tema de short negro y musculosa negra. Y la pasé bastante mal. La gente me miraba y me decía ‘¿qué haces, loca?’ Pero no estaba loca, me sentía juzgada por la mirada ajena”, cuenta. Ahora, dice, disfruta más del verano. “Pude entender que la vida es esto”, explica, como si no fuera tan complejo algo tan simple.
“Tardé en entender que todos tenemos libertades y que todos podemos usar lo que se nos cante. Nacimos para ser libres y si yo hoy me pongo una bikini y me siento fenomenal, no importa la corporalidad, ni el género, ni nada”, agrega Florencia, que se ubica dentro del “team invierno”, es decir, la parte de la sociedad que prefiere el frío por sobre el calor. Sin embargo, admite también que desde que se encontró con otra forma de mirar su cuerpo, disfruta más del verano. Y es que esa suerte de salida del clóset la llevó a usar prendas que antes pensaba que no podía: faldas, tops, bikinis. “La verdad es que amo las bikinis. Tengo infinitas bikinis, porque las amo”, dice, reiterativa y con los ojos brillosos, frente al grabador.
Ser modelo: pasión y trabajo
Florencia estudió diseño de indumentaria y fotografía. Hizo fotos para recitales, books de 15 y sus amigas. En algún momento se animó a pensar qué pasaría si ella estuviera del otro lado, pero por años apenas fue un pensamiento. “Después, pasó lo que pasó. Y ahora siento que la moda es indispensable. Siento pasión por el modelaje y este mundo”, cuenta a Rosarioplus.com.
Lo que pasó, pasó en 2016. Florencia se cruzó con una serie de fotos que le hicieron a una chica curvy y se preguntó por qué ella no. Le escribió a la modelo y en cinco minutos pactaron una reunión. La sesión fue cuatro días después y cambió su vida por completo. “Hasta ese entonces me escondía atrás de mis amigos en las fotos. Como fui fotógrafa, sabía mis ángulos, sabía mis cosas y ocultaba mi cuerpo de mil maneras, como si las personas de la calle no me vieran. Cuando hicimos las fotos tuve mucho miedo, muchos nervios. Ella me preguntaba si me sentía cómoda cada dos por tres, porque sabía que era una sesión para sacarme prejuicios de encima, una mochila cargada de años y años de bullying, de burlas, de discriminación”, recuerda Florencia.
Las fotos estuvieron listas dos semanas después. “Quedé impactada. Pensaba ¿soy yo? Me pareció increíble y a partir de ahí empecé a enfocarme en un mundo nuevo. Subí ese book de fotos, me hice una página de Facebook y con tan solo 15 seguidores recibí el llamado de dos marcas. Fue muchísimo”, explica.
Lo que siguió es el trabajo mismo: capacitarse, ir a agencias, workshops, etcétera. Florencia se presenta así, “modelo plus-size”, es decir, de talles grandes, y sabe que lo que hace es una profesión, “como cualquier otra”. “Es un trabajo muy poco valorado. No es algo que haces porque sos linda, tampoco un juego, tampoco sacarse fotos y posar. Te capacitas, lo estudias, te esforzás”, destaca.
Luchar sirve
Después del modelaje, vino el activismo gordo, es decir, la militancia contra el odio y la discriminación que hay hacia las personas gordas. “Me sumé por mí misma, por mis vivencias, porque mis compañeros me pegaron en la escuela por ser gorda, porque se burlaron de mí por ser gorda. No me han dejado pasar al boliche por ser gorda. Todo se acumuló para que yo quiera luchar por mí misma y por todas las demás”, explica Florencia.
Ser activista fue también reconocerse como una persona gorda: tomar esa palabra y resignificarla sin cargas dolorosas. La primera manera en la que Florencia se descubrió como gorda fue por los insultos que recibía en la calle. Después, fue nombrándose como tal. Se miraba en el espejo, veía que es gorda y que bueno, no había nada de malo. Se trataba solamente de la forma del cuerpo.
“Los primeros años de modelaje me dolía mucho que me digan así. Pero fue un aprendizaje. Entendí que es lo que soy. Ser activista me abrió muchas puertas y voy a seguir militando, porque es sumamente necesario para las nuevas generaciones. Y también para las personas más grandes, que se están descubriendo y viendo que también tienen que disfrutar de su cuerpo, de cómo son y que son personas gordas o personas flacas que tuvieron también muchos prejuicios sobre ella misma y que fueron juzgadas”, sostiene.
Florencia subraya una y otra vez que hablar de activismo gordo no es fomentar la obesidad. Que no se trata de temas de salud. Sino, y sobre todo, de aceptación. De cortar definitivamente con la discriminación, el prejuicio y la verguenza. Cada tanto, la modelo recibe mensajes en sus redes sociales que le recuerdan que lo que hace - mostrarse, escribir, luchar - sirve. “Ayer una chica me contó que gracias a mis posteos se animó a usar bikini por primera vez”, confiesa a este medio, sonriendo con delicadeza y orgullo.