En medio de la conmoción global por la muerte del papa Francisco, Telenoche difundió audios inéditos de una entrevista realizada por Nelson Castro en 2019 en el Vaticano. Según contaron, los registros no se harían públicos hasta después de su fallecimiento. 

Durante la charla, el Papa habló con calidez y franqueza sobre diversos aspectos de su vida: las presiones de conducir la Iglesia Católica y su salud física y mental. También repasó el momento en el que fue elegido como sumo pontífice en el cónclave de 2013.

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“El día anterior sentí paz, dormí fenómeno. No sabía que podía llegar, con ese mecanismo hay varios candidatos. Me di cuenta que algo pasaba cuando algunos cardenales empezaron a acercarse a hablar conmigo. Después dormí la siesta y sentí mucha paz, vivía rezando el rosario”, contó.

Recordó también cómo eligió el nombre Francisco: “Apenas se llegó a los dos tercios, aplaudieron. Hummes se me acercó, me besó y me dijo ‘no te olvides de los pobres’. Me quedé pensando en los pobres y ahí, ¡pam!, San Francisco. Se me vino el nombre”.

En tono distendido, contó que dormía profundamente: “Duermo como un tronco, sin tomar nada. Me acuesto a las nueve, leo hasta las diez y a las cuatro ya estoy despierto. El cerebro tiene un reloj especial: siempre me despierto tres minutos antes que suene el despertador”.

Consultado sobre sus principales preocupaciones, mencionó: “Me aflige el dolor ajeno. Los chicos que mueren de hambre en países que podrían solucionar ese problema. Y también los ancianos abandonados”.

Sobre su salud física, explicó que el sobrepeso tenía origen en un desequilibrio entre el páncreas y el hígado. “Tengo una dieta que regula eso. No hacerla junto con la dieta cardíaca fue lo que me hizo ganar peso”, dijo.

También habló de un período difícil durante la dictadura en Argentina. Relató que, cuando era provincial, asistió durante seis meses a una psiquiatra. “Llevar escondido a alguien en el auto, tapado con una frazada y pasar tres controles de Campo de Mayo era una tensión muy difícil”, recordó. Y reflexionó: “Todo sacerdote debe saber algo de psicología. Algunos lo tienen por sabiduría natural, pero hoy es necesario estudiarla para poder acompañar”.

Francisco también se definió como alguien que no guarda rencor. “Me arrabio, sí. A veces digo ‘Qué salame’, pero de ahí no pasa. No chusmeo, no me gusta, me hace daño”.

Finalmente, se animó a hablar sobre su salud mental: “Tuve tristeza por la muerte de mamá y papá. A veces las preocupaciones me manejaron a mí, aunque intenté siempre controlarlas. A la neurosis hay que cebarle mate, acariciarla, porque es compañera de toda la vida. La ansiedad la tengo domada, pero siempre hay que estar atentos”.