Sabrina Critzmann: “Hay que considerar a las infancias como personas que merecen respeto”
La reconocida pediatra e influencer Sabrina Critzmann visitó Santa Fe para hablar de Alimentación Familiar y continuar con el trabajo de divulgación científica que realiza día a día desde sus redes sociales. En diálogo con Santa Fe Plus, habló sobre la salud de las infancias, la atención médica que se les destina, los modelos de crianza y la alimentación.
Médica pediatra, puericultora, consultora de porteo, mamá, divulgadora científica e influencer. Sabrina Critzmann es todo eso, pero tal vez lo que mejor la define es algo que aclaró al comienzo de la entrevista con Santa Fe Plus: "Yo soy una médica formada en el paradigma hegemónico, como muchos, y lo importante es saberlo y tratar de modificarlo, lo que implica dejar de dar órdenes sin explicaciones y pensar más en las emociones”. Como especialista dedicada a trabajar con las niñeces, sostiene que una de las principales cuestiones debe ser “considerar a las infancias como personas que merecen respeto” y aseguró que para dejar atrás un paradigma médico hegemónico y vetusto es indispensable “escuchar lo que las infancias y las familias tienen para decir”.
A este problema del modelo médico hegemónico, lo trata en su primer libro "Hoy No Es Siempre" publicado en 2019. En él, explica que es necesario deshacer ese paradigma que da órdenes, impone y genera miedo. En su segundo libro, “Comer y Criar” habla de la alimentación familiar. Sobre este tema, brindó en el Instituto ADE de Santa Fe una charla de más de dos horas que tuvo una gran convocatoria el pasado viernes 5 de mayo. Fue organizada por Marianela Rey, médica pediatra, y Florencia Jacobi, licenciada en Nutrición, y el evento fue declarado de interés por el Concejo de Santa Fe.
Al día siguiente, en una entrevista exclusiva con Santa Fe Plus, explicó algunos de los ejes de sus libros y se refirió a los dilemas que se encuentra en su día a día como pediatra y divulgadora científica.
–¿Cuándo y por qué decidiste comenzar a ser divulgadora científica e influencer?
–Cuando me recibí en 2018, iba a empezar la especialización en dermatología pediátrica. No hacerlo fue una buena decisión, porque preferí salir del ámbito institucional y estudiar pueriocultura. Me encontré con un lugar nuevo y abrí una cuenta de Instagram -porque antes no tenía- para empezar a dar respuestas basadas en las preguntas que me hacía como madre y que me llegaban al consultorio. Eso hizo que creciera la cuenta, poder contar las cosas que iba estudiando.
– En tu libro “Hoy No Es Siempre”, hablás de un modelo médico hegemónico que debe ser modificado. ¿Cuál es ese paradigma?
–Una persona me dijo una vez que yo soy una médica hegemónica y tiene razón, yo estoy formada en ese paradigma, como muchos. Lo importante es saberlo. Se trata de esta idea de profesional que da ordenes sin explicación, sin pensar en las emociones. Es algo que viene cambiando hace tiempo, porque hay personas en la pediatría y la medicina que lo vienen repensando hace 40 o 50 años, y los admiro. Ya están mostrando que hay otras formas posibles, sobre todo, en lo que tiene que ver con el respeto a las infancias. Hay cuestiones fundamentales como pedir permiso para revisarlo, explicarle qué vas a hacer, contarle a la familia. Todo eso se puede hacer sin perder lo profesional ni el conocimiento, puede haber un ida y vuelta, debemos escuchar lo que las familias y sobre todo las infancias tienen para contarnos, que es mucho. Romper con lo que dice el sistema médico es complejo y duro para el profesional, uno a veces quiere hacer todo pero tiene 12 minutos para pesar, medir, dar la vacuna, hablar de alimentación. ¿Cuándo puedo escuchar lo que la familia y el niño cuenta? Hay un gran nivel de exigencia de las obras sociales para que cumplamos con el tiempo. Es cierto, a veces el paciente es atendido demasiado rápido, pero también es verdad que no hay tiempo y hay otros turnos que le siguen. Sin embargo, solamente pedir permiso para revisar ya es un mensaje poderoso.
-¿Qué es la Exterogestación?
–El bebé nace potencialmente de 40 semanas -algunos lo hacen más prematuros- y requiere una gestación externa del cuerpo, no está en el útero pero necesita “cocinarse” un poco más. Este proceso dura aproximadamente de ocho o nueve meses, hasta que el bebé se vuelve más autónomo y quiere bajarse al piso o agarrar cosas. Todo ese proceso se da en los brazos de los adultos, es decir, se sigue gestando y preparando al niño para explorar el mundo. Esta gestación o preparación tiene que ver con el contacto y con la forma de alimentarlo. Esto último se relaciona no solo con si el adulto le da la teta o la mamadera, sino cómo lo mira cuando lo alimenta, cómo responde al pedido de comida. Es decir, está relacionado con la red de vínculo que se genera, sobre todo en los primeros meses de vida, que dejan una huella fundamental a largo plazo. Los entrenamientos de suelo que se basan en dejar llorar al bebé hasta que se duerma, crean un mapa mental en el cual esa pequeña persona tiene miedo, no entiende que está en una cuna, está llorando y nadie lo ayuda. Ese mensaje queda para siempre: está pidiendo ayuda, asustado y nadie va.
–Hay muchas tradiciones o costumbre que vienen de varios años atrás e influyen negativamente en la crianza. ¿Cómo sería una crianza respetuosa?
–Lo primero que hay que hacer es considerar a las infancias como personas que merecen respeto y que van a ir aprendiendo límites a largo plazo. Los bebés no piden cosas por capricho, porque a los cinco meses no saben lo que es, no tienen el razonamiento necesario para saberlo. Muchos padres dicen que a veces el niño los quiere manipular. No quiere eso, quiere estar en sus brazos, quiere que lo abracen, lo necesita y no lo pide porque sí, sino porque se siente contenido. La crianza respetuosa tampoco tiene que ver solamente con los bebés y las infancias, sino en cómo nos tratamos con los otros adultos.
En su primer libro, Critzmann explica que la alimentación en el crecimiento de los niños, sobre todo en los primeros meses, es uno de los factores más importantes. En los primeros 1000 días de vida, es decir, los primeros dos años, hay tres factores muy importantes que son lo nutricional, lo emotivo y lo social, que tienen un impacto muy importante en la microbiota.
La especialista indicó que la microbiota es aquello que antes se nombraba como “flora intestinal” y se las describía como “bacterias buenas” que permanecían en el intestino creando un balance. Aclaró que es tan importante que hasta podría ser considerada otro órgano más, ya que es necesaria para la creación de neurotransmisores relacionados con el desarrollo, generando una conexión vital entre el intestino y el cerebro.
–¿Entonces es verdad que hay bacterias buenas?
–En nuestro intestino, en nuestra piel y en nuestras vías respiratorias, tenemos microorganismos que pueden ser bacterias, hongos, parásitos, que ejercen muchas funciones: regulan el colesterol, digieren los alimentos, tienen que ver con el olor que tengamos y hasta en cómo elegimos pareja. Debe haber un balance entre estos microorganismos, cuando lo pierden porque algunos crecen demás o donde no deben, comenzamos a ver síntomas como diarrea, constipación, problemas en la piel y hasta en la fertilidad. Por eso se habla de que hay microorganismos buenos, es decir, que hacen bien, y otros malos. Aunque no es así en realidad, sino que solo hay un desbalance.
La pediatra indicó que en torno a la alimentación sana y sobre todo a la de los niños, hay varias creencias o mitos. Uno de ellos tiene que ver con la idea de que comer sano es caro. Eso, para Critzmann se relaciona con la excesiva publicidad con objetivos comerciales y a las propagandas en redes sociales. La solución es la educación alimentaria que se puede fomentar en la escuela, en las familias, desde los consultorios y con políticas públicas. “En las escuelas no se habla de la alimentación o de la nutrición, tal vez se da algo de contenido en alguna materia, pero debería tener una perspectiva transversal porque es salud”, explicó.
–¿Cuáles son los otros mitos, creencias o preguntas con las que te encontrás más frecuentemente en tu día a día como pediatra o en las redes sociales?
–Hay un miedo general a los pies descalzos, pero los niños no se enferman por eso. A menos que uno viva en una zona selvática, lugares donde hay muchos escorpiones o algún otro tipo de peligro, tener el pie sobre la baldosa fría no hace que una persona se enferme. Yo a las familias les digo que si les gusta ponerle medias a los niños, si los deja tranquilo y les saca la angustia, que lo hagan, pero que no se preocupen si el bebé se las quita porque eso no le va a hacer mal. La salud no tiene que ser placentera para todos, es algo más global. Otra cosa por la que recibo muchas consultas es por las enfermedades respiratorias en invierno. Las infancias en edad escolar se enferman de 8 a 12 veces de gripe, moco y tos. Es lo esperable en una infancia sana, solo nos debe preocupar cuando tiene bronquioespásmos, si está internado, si requiere oxígeno o va a terapia intensiva. Si falta a la escuela porque tiene mocos, es lo esperable. Obvio que la buena alimentación colabora, porque tiene mediadores de la inflamación. Si tenemos una alimentación que no está buena, sobre todo a base de bebidas azucaradas, el cuerpo tiende a enfermarse. Por otro lado, es obvio que cuando están en la escuela, entre muchos niños juntos, tienden a contagiarse entre pares, por eso en la época del covid las guardias estaban vacías y ahora están repletas.
–Acá en Santa Fe las guardias están saturadas hace varias semanas y los hospitales tienen faltante de médicos pediatras. Una de las cuestiones tiene que ver con la baja en la cantidad de estudiantes que eligen seguir esta especialidad, por varias cuestiones tanto económicas como de condiciones de trabajo o gustos. ¿A vos qué es lo que más te gusta de ser pediatra y dedicarte a esto?
–A mi me encanta, no se si podría hacer otra especialidad, trabajar con las infancias y desde la prevención, el contacto con los niños, cuando te cuentan cosas, te hacen dibujitos, cuando te abrazan sobre todo después de la pandemia, es fabuloso. Hace poco y después de mucho tiempo un paciente me abrazó y me conmovió hasta la médula porque la falta de oxitocina (hormona) al tocarnos fue dura. Otra cosa que me llama mucho la atención es ver cómo progresan, de una consulta a la otra parecen otra persona.
–¿Recomendás a los estudiantes seguir la especialización?
–Si hay amor a esto, va estar bien, lo recomiendo. Obvio que después tenemos que hablar de las condiciones de trabajo que deben ser las adecuadas. Ahí entra a jugar el panorama económico y sociopolítico, que ese termina siendo el problema.