La aventura que el ex país llamado Argentina decidió emprender al depositar en la Casa Rosada al profeta Javier Milei, jefe supremo de la Revolución Liberal Mundial (y por qué no, interplanetaria), ofrece a diario divertidos episodios para solaz de la familia celeste y blanca. El más notorio de las últimas semanas es la telenovela protagonizada por la buenaza de Sandra Pettovello, ex productora de Luisito Majul y mejor ministra de la historia, según palabras presidenciales.

El escandalete desató, a tono con la habitual dinámica interna de los rugientes adoradores del león, todo tipo de acusaciones horribles, guerritas cloacales de espías y carnestolendos pasos de comedia. En una lista seguramente incompleta y posiblemente injusta: acumulación controversial de mercadería a punto de vencer, múltiples desmentidas fallidas, cuarenta y dos (¡42!) renuncias de funcionarios, acción judicial y posterior desacato, convenios internacionales para financiar ñoquis y reciclado bizarro de alguna vedetonga política que hasta hace 10 minutos daba la vida por Perón.

Por si faltaba algo, éramos pocos y parió la Fundación Conin. La orga del doctor Abel Albino, el singular personaje que en el debate por la ley del aborto protagonizó un desopilante alegato contra el preservativo, bajo la pretensión de que “el Sida atraviesa la porcelana”. Aquel encadenamiento de disparates, que llamaba más a la risa que a otra cosa, hoy es moneda corriente en las altas cumbres del poder.

En este contexto tan peculiar, por decirlo en un tono propio de la diplomacia vaticana, la política santafesina ofreció su propio capítulo al affaire. La ministra de Desarrollo Social de la provincia, María Victoria Tejeda, denunció en conferencia de prensa la detección de numerosas irregularidades en el programa Tarjeta Institucional, incluidos comedores fantasma.

La respuesta llegó rápidamente de boca de su predecesor, Danilo Capitani, quien recordó que al inicio de su gestión también encontraron papeles flojos por doquier en la red heredada de entidades asistenciales, pero que prefirió corregir las deficiencias en vez de hacer “un show con el hambre de la gente”.

Con certeza, esta polémica no concluyó la semana pasada, más aún si se advierte que Tejeda y Capitani son duelistas en un territorio común: el departamento San Jerónimo. Pimienta extra capaz de causar agudo picor en las gargantas políticas más curtidas.

Más allá de esta batalla local, que es paralela al culebrón Pettovello, hay vericuetos que comunican las dimensiones nacional y provincial. Inés Larriera fue titular de Conin Santa Fe entre 2010 y 2019. En ese carácter, firmó en 2017 un amplio convenio de “colaboración y asistencia técnica” con el entonces intendente José Corral para aplicar el método del colorido doctor Albino contra la desnutrición infantil en jardines y solares municipales, que preveía también “espacios de formación para las familias y comunidad”. Dos años después, encabezó la lista de candidatos a concejal del oficialismo y logró ingresar al cuerpo deliberante capitalino. Hoy es directora de Niñez, Adolescencia y Familia de la otrora Invencible. ¿A nadie le hace ruido la saga?

Va otra. La Fundación Camino, que trabaja con Conin, quedó a cargo en la gran ciudad del sur santafesino de la distribución de la leche en polvo encanutada. Rosario 12 reveló que esa institución está presidida por Cecilia Rouillón, esposa del diputado nacional libertario Nicolás Mayoraz. La misma entidad recibió ya en 2017 del gobierno de la provincia una “ayuda económica será destinada a solventar los gastos de refacciones en las nuevas instalaciones de un Centro de Prevención de Desnutrición Infantil”. Un subsidio, bah. El gerente de la pobreza y parásito fiscal es el otro.
Hay un videíto de alta circulación en la red social X, en el que aparece un (más) joven Pedro Rosemblat bailando en cámara lenta con el fondo musical de una pegadiza canción. Dice la letra: “Imaginate si era peronista… si era peroncho, imaginateló”. Imaginateló.