¿Escuchan en el Fondo?
Llegó la droga del FMI para calmar el síndrome de abstinencia: puede fallar. La devaluación del lunes, el salto de los precios. La inflación, gran predictor electoral. Nueva ronda del ajuste sin fin sobre jubilados y provincias. Cuidado: sale mal aún si sale bien.
Finalmente apareció el gran dealer de deuda y la otrora República Argentina se esnifará más de 20 mil millones de dólares con las consecuencias ya conocidas para un país adicto a las drogas duras del Fondo Monetario Internacional.
Como casi siempre, el raquetazo viene en combo con una devaluación cuyas dimensiones se verificarán el lunes en la apertura del mercado, lo cual no hará otra cosa que aportar ingente combustible al indisimulable rebrote inflacionario. Saluden a sus sueldos en pesos que se van.
Esta enésima crisis por falta de billetes verdes en el Banco Central trae consigo un problema político de proporciones significativas para la Revolución Liberal Libertaria que lidera el profeta monetarista Javier Milei. No sólo por la inconsistencia de su teoría económica, desmentida con creces por sus propias acciones de gobierno, sino porque la principalísima columna de su popularidad es (fue) la desaceleración de los precios.
Dicho de otro modo: la agenda antiwoke, el cambio de nombre del Centro Cultural Kirchner, la destrucción del monumento a Osvaldo Bayer en la Patagonia, las pavadas que anuncia a diario Manuel Adorni y varios etcéteras más le importan tres pepinos a la mayoría de los argentinos que en 2023 pusieron en la urna el voto de Milei. Lo que de verdad interesa es que el bolsillo no se agujeree.
De hecho, la inflación es un gran predictor electoral, mucho más que las encuestas falopa que suelen circular, como las que hicieron las delicias del mundillo político en la campaña electoral santafesina. Si los precios bajan, Milei sube y viceversa. Así de sencillo es el asunto, a grandes rasgos.
Entonces, el camino que asomaba asfaltado para La Libertad Avanza hacia las decisivas elecciones nacionales de octubre hoy aparece con nutridos obstáculos. Falta mucho, desde ya, pero el interrogante que se abrió es gigantesco.
A eso se le suma la promesa de un mayor ajuste fiscal, revelado por boca del presidente en su extraña cadena nacional, que por supuesto no pagará la casta ni nada que se le parezca. En la oficialización del acuerdo, la directora del FMI Kristalina Giorgieva advirtió que el gobierno mileísta se comprometió a avanzar en una reforma previsional y un nuevo esquema de coparticipación. Traducción: la motosierra pasará de manera aún más sanguinaria por los jubilados y las provincias.
¿Y si sale bien? Aún con éxito en sus propios términos, lo cual es altamente improbable, la sociedad moldeada por este programa económico no será mejor. Los ejemplos que ponen tanto Milei como el Toto de la Champions son nítidos. El presidente dice que la época gloriosa de la Argentina fue en el primer centenario, cuando un puñadito tiraba manteca al techo en París y el resto miraba la fiesta de afuera. El ministro sostiene que hay que ser como Perú, que es un país sin inflación pero con una altísima desigualdad esculpida en piedra. La anomalía latinoamericana, la orgullosa nación de ancha clase media, camino a la extinción.
El Fondo escuchó las plegarias del gobierno argentino. Esos rezos no necesariamente coinciden con los de las personas que habitan esta tierra olvidada por Dios.