Pascuas de resurrección
Los dólares del FMI y la fase 3 del carry trade desclavan a Milei de la cruz. La inflación, gran predictor de la voluntad popular. Una mirada no lineal sobre las elecciones del domingo pasado en Santa Fe.
Los sobreactuados festejos del presidente Javier Milei, el ministro Toto de la Champions y el resto del team económico libertario, cuyas imágenes fueron difundidas alborozadamente por el candidato porteño Manuel Adorni, se explican no sólo por el enésimo raquetazo de deuda del FMI y la salida relativamente mansa del cepo sino fundamentalmente por la resurrección de su proyecto político.
Ya se dijo aquí en reiteradas oportunidades y se repetirá una vez más en esta ocasión: la popularidad del profeta de la motosierra se asienta en la baja de la inflación. A su vez, la desaceleración de los precios se explica en buena medida por el dólar quieto. Para que ello ocurra, es necesario tener billetes verdes en el Banco Central. Y hasta el salvataje trumpista del Fondo, las arcas habían quedado vacías.
El indisimulable rebrote inflacionario, azuzado por la perspectiva de devaluación, ya mostró las uñas en marzo. Seguramente habrá otro tanto en abril y quizás en mayo. Pero ahora, con la vuelta de la bici financiera, renace la chance de llegar con precios más frescos a las elecciones de octubre. Después vemos.
A propósito de las urnas, los resultados del domingo pasado en Santa Fe permiten arriesgar algunas conclusiones. A diferencia de la interpretación mayoritaria de que La Libertad Avanza hizo un papelón, aquí se ofrecerá una visión distinta, que exige aclaraciones sobre el contexto.
Quedó verificada en los hechos la versión de que la conducción libertaria nacional acordó con los gobernadores aliados, como Maximiliano Pullaro, no pisarse en las elecciones que le importan a cada uno. Al mandatario santafesino le interesaba la que se desarrolló hace una semana.
Milei no mandó ni un saludito durante la campaña. La hermanísima Karina no apareció por la provincia, pese a que había prometido su presencia. Sí lo hizo la ministra Patricia Bullrich, pero impulsada centralmente por respaldar a dos amadrinados, a los que efectivamente les fue bien: Juan Pedro Aleart en Rosario y Javier Meyer en el departamento Belgrano.
Con eso debió lidiar el candidato libertario Nicolás Mayoraz, que además es una figura de bajo nivel de conocimiento en la población. No obstante, logró superar en votos a dirigentes muy instalados, como Amalia Granata y Marcelo Lewandowski, y quedó apenas por debajo de una de las estrellas del domingo, el postulante de Ciudad Futura-PJ, Juan Monteverde. No parece poco.
Pullaro, por su parte, celebró su previsible y cómodo triunfo, pero hay una lectura que no puede ocultarse. No sólo perdió más de medio millón de votos desde la arrasadora victoria de 2023 sino que ni siquiera llegó a la marca de la PASO de ese año. Pero hay más: en Rosario estuvo 8 puntos por debajo del promedio general y en la ciudad de Santa Fe, 7. Suenan alarmas.
La más furibunda opositora al gobernador, Amalia Granata, también tuvo una performance con claroscuros. Lo malo: quedó cuarta en la tabla de posiciones de la provincia e hizo una mala elección en Rosario. Lo bueno: fue blanco de la maquinaria oficial, que hasta le auspició la candidatura de Locomotora Oliveras para morderle electorado, y pese a ello logró retener el porcentaje de votos de 2023.
El peronismo, a su vez, se enfrenta a un curioso dilema. En medio de una crisis galopante, encontró en un extrapartidario de perfil progre la potencia electoral que le escaseaba por medios propios, centralmente en Rosario. El problema, ahora, es que esa figura quiere ir por la intendencia en 2027, no por la gobernación. ¿Che facciamo?
De todos estos enjuagues nacionales y provinciales saldrá, en proporción no desdeñable, la calidad de vida de quienes leen y quien escribe esta columna. Felices Pascuas, la casa está en orden.