Profesionales plantean la necesidad de un "abordaje integral" para prevenir suicidios
Especialistas en la materia brindan información de utilidad en el marco del Día Mundial para la Prevención del Suicidio. "Debemos estar muy atentos a los pedidos de ayuda para la prevención", afirman. "El rol de los medios es fundamental. Existen variables que no deben nombrarse y cuestiones que deben evitarse", precisan.
Natasha Niz - Gustavo Schnidrig
En su reciente Anuario Estadístico 2020 publicado a principios de este mes, el Instituto Provincial de Estadísticas y Censos (Ipec) resaltó la importancia de la elaboración de datos por parte del Estado como "un aspecto fundamental en el desenvolvimiento de las sociedades democráticas". "Brindan la materia prima para los estudios empíricos y las proyecciones de las políticas públicas," agrega.
El informe consta de nueve capítulos, entre ellos un apartado dedicado a los "aspectos sociales" de Santa Fe, donde se incluye un cuadro con la tasa de suicidios cada 100 mil habitantes, entre 2001 y 2016, discriminado además por departamentos, que resulta de interés para un análisis profesional en el marco del Día Mundial para la Prevención del Suicidio.
Esto, porque una lectura rápida de los datos muestra un panorama inestable donde los guarismos en ocasiones varían sin una aparente o explícita regularidad. Se destacan, sí, los altos números en departamentos como San Javier o San Cristóbal, mientras que los más poblados (La Capital y Rosario) se encuentran en general por debajo de la media.
El manual oficial de recomendaciones para el tratamiento mediático del suicidio destaca la necesidad de difundir "información confiable" para "fortalecer las acciones de prevención y promoción de la salud, en especial para las poblaciones más afectadas y sensibles, como los adolescentes y los adultos mayores". Es por eso que, en el marco del Día Mundial para la prevención del Suicidio, Santa Fe Plus decidió consultar a distintos profesionales en el tema.
No obstante se advierte —siguiendo al manual citado— la necesidad de "no interpretar el hecho suicida como una conducta frente a los problemas o cambios sociales sin analizarlo con la complejidad que conlleva", tarea que debe lograrse a partir de un trabajo serio y con fuentes oficiales que permitan "interpretar las estadísticas cuidadosa y correctamente".
Es una advertencia compartida por la mágister y licenciada en psicología, Laura Kisielewsky, quien incluso confiesa que "muchas veces las estadísticas de suicidio no suelen estar bien realizadas o ser tan claras".
"Se necesita un sistema de salud más integrado"
En miras a lograr una interpretación más acabada de los datos compartidos, Kisielewsky observa que, desde una perspectiva profesional, "el suicidio puede tener varias definiciones en relación a la perspectiva teórica adoptada".
—¿Usted cómo lo definiría?
—Los psicoanalistas lo describimos como un pasaje al acto donde opera un malestar muy profundo, un vacío producto de una depresión o alguna patología previa. Es decir: se trata de un pasaje al acto (que no es lo mismo que un acting, donde opera el intentar despertar o 'llamar la atención' de un otro), más relacionado como un acting out donde el sujeto se siente ya por fuera del mundo simbólico y desencadena patologías más 'border', psicóticas o melancólicas (porque la melancolía está dentro de las de la psicosis). Son distintas patologías neuróticas y/o psicóticas que pueden llevar al mismo acto o desencadenamiento, que es el suicidio.
—¿Influyen condicionantes externos?
Hay dos tipos de suicidas: el que planifica y el que lo hace como como episodio de impulsividad. Por eso y más aún en adolescentes, la variable social aparece como un factor determinante para entender el suicidio: los factores familiares influyen, por ejemplo, y otro condicionante de peso es la presencia de alguna adicción o consumo problemático. Esto es muy importante.
En el adulto es distinto y suele ser un fenómeno más multicausal, que van desde causalidades neurológicas o patológicas/psicopatológicas (como una depresión o la melancolía, bordeando la psicosis o un trastorno límite de la personalidad), pero también puede desencadenarse producto de un dolor somático o de enfermedades terminales. Es otro tipo de acto y por eso no podemos definir la causalidad de un suicidio de forma general. Debemos tratarlos caso a caso.
También y con frecuencia se observan las llamadas 'patologías silenciosas', en las que el sujeto suele pedir ayuda de forma sutil. Por eso hay que estar muy atentos a los pedidos de ayuda para la prevención.
—El informe de la provincia marca picos altos de suicidio en algunos departamentos, como es el caso de San Javier: ¿puede hacerse una lectura de este dato?
—Se comprobó que los países con mucho frío y poco sol suelen tener tasas de suicidio más altas. También aparece la cuestión cultural en países como Japón, a partir de cierto aislamiento social producto de la tecnologización de la vida cotidiana, sobre todo en los adolescentes. Quizá todo esto sirva para explicar lo que sucede en zonas más alejadas o en los pueblos. Habría que estudiar cómo está enfocada la integración cultural de estas regiones y si hay alguna política pública en relación a este dato particular.
Dicho esto, creo no obstante que el registro de estadísticas no es 100% fiable en la actualidad, dado que muchas veces las muertes por suicidio no son tan claras. Por ejemplo, un accidente de tránsito puede catalogarse como una muerte por accidente vial o por suicidio. También sucede que a veces no todas las localidades registran estos hechos de la misma forma, y puede pasar que San Javier registre muy bien o de forma diferente a las demás regiones.
En síntesis, entiendo que la estadística no es todavía muy confiable porque no se registran bien ni las muertes ni sus causas. Se desconoce además cuál es la gravedad de la problemática de la salud mental y es importante pensar en políticas públicas de prevención y promoción de la salud.
—¿Cómo puede lograrse?
—Hay que apuntar a un sistema de salud más integrado con una perspectiva de salud y del del cuerpo humano del sujeto más integral. Por eso propongo pararse desde el paradigma de la complejidad, que implica ver al sujeto de forma integral. Todos los agentes de salud y las familias deberían pararse desde la perspectiva del sujeto no fragmentado. Esto es, que si una persona acude con un dolor físico, no tomarlo como un cuadro meramente biológico del que sufre y que debe medicalizarse; o que si tiene "locura" le damos la pastillita y ya está.
En cambio, partir desde una perspectiva más subjetiva permite detectar mucho más rápido las patologías, no solo desde un punto de vista orgánico sino también subjetivo. Esto permite armar una red de contención donde interactuar y hacer interdisciplinas. Todo esto lo propone la ley de salud mental, que la verdad está muy buena para todo el abordaje integral relacionado no solo a la asistencia, sino tambián a la prevención y la promoción de la salud.
—¿Cómo viene Santa Fe en ese sentido?
—En realidad falta muchísimo. La ley de salud mental es muy buena pero cuesta mucho aplicarla. Se están debatiendo nuevas leyes de salud desde la Cámara de Diputados y tratando de establecer nuevas órbitas y regulaciones en relación a la concientización sobre la salud mental, sobre todo a partir de una perspectiva de salud integral. Hoy tenemos un sistema de salud con sesgos de fragmentación y de manicomialización, y entiendo que aún que mucho por trabajar.
Visibilizar, concientizar y orientar
En abril de 2002 se fundó en Santa Fe una filial de la Red Argentina de Suicidología (RAS), una entidad sin fines de lucro que funciona a nivel país desde 2022, conformada por profesionales y especialistas en la detección y prevención del suicidio, según lo establecido por la ley nacional 27.130.
En nuestra ciudad se trabaja bajo la coordinación de la licenciada Andrea Temperini, con el objetivo principal de "visibilizar, concientizar y orientar sobre la prevención del suicidio".
Para ello trabajan con equipos interdisciplinarios conformados por especialistas en el tema como bomberos, policías, negociadores, psicólogos y psiquiatras.
—¿Qué es la RAS y cómo trabajan?
—Como en Santa Fe funciona hace pocos meses, recién estamos conformando nuestro equipo y realizando durante todo septiembre charlas de promoción y concientización sobre la temática en diferentes regiones y localidades. Ya estuvimos en San Martín de las Escobas con los bomberos voluntarios y en Progreso dando talleres en una escuela secundaria y una charla abierta a la comunidad. También iremos a Llambi Campbell para participar de una actividad con el personal de salud, y brindaremos una capacitación al personal de salud mental del servicio penitenciario y agentes penitenciarios de la provincia de Santa Fe.
Estamos a disposición de la comunidad para brindar orientación sobre asistencia al suicida, siempre según lo enmarca nuestra ley 27.130, a la que Santa Fe adhirió en 2020. No asistimos directamente a la persona que necesita la ayuda, pero la orientamos para que pueda consultar y tener la atención que necesite.
Como equipo estudiamos sobre el tema, seguimos formándonos, damos charlas y capacitaciones actualizadas a las instituciones públicas y privadas que así lo requiera. Siempre de manera gratuita y voluntaria. Nuestro número de consulta es (342)-4667121.
Respuesta inmediata y empática
La licenciada en Psicología, Alicia Galfasó es fundadora y directora de la Red en Primeros Auxilios Emocionales (Red PAE), cuya finalidad es "dar una respuesta inmediata en emergencias y desastres". Es una institución formada "por una gran cantidad de miembros, que pertenecen a distintos organismos, instituciones y profesiones distribuidas por todo el país y en el exterior".
Para ser eficaces en su trabajo, "se entrenan y capacitan para asistir en emergencias y desastres y para brindar capacitaciones básicas en primeros auxilios emocionales a instituciones que lo solicitan".
—¿Qué es y cómo trabaja la red PAE?
—Es una red de ayuda humanitaria voluntaria. Estamos hace ya más de 15 años trabajando de manera conjunta en todo el país. La red está compuesta por profesionales formados en primeros auxilios emocionales en distintos niveles (son cinco, y exigimos estar al menos en tres). Somos una red de intervención y cuando sucede una emergencia, un desastre o alguna situación que requiera una intervención del equipo, desde el cuidado emocional, intervenimos de manera activa con herramientas y técnicas específicas. Cubrimos prácticamente todo el país e incluso hay empresas que tienen sus propios equipos formados en los cinco niveles. Hay personas que incluso se forman de manera individual y luego se pueden convocar desde la red. Podemos intervenir desde un accidente hasta un terremoto, incluido un desastre o una inundación.
—¿Cómo se aborda actualmente? Hiciste mención a que los datos compartidos en este trabajo pueden estar desactualizados...
—Sí, trabajo desde hace muchísimos años y comenzamos a participar más activamente durante los últimos 10 años, justamente porque cambió la mirada y hoy se considera al suicidio como un fenómeno multicausal, es decir biótico-social. Ya no hablamos únicamente de salud mental ni estamos asociando al suicidio con patologías de enfermedades mentales, sino que observamos en la intervención cotidiana una serie de factores que tienen que ver con cuestiones sociales, físicas y emocionales que se conjugan todas juntas.
A la vez vemos que la franja más afectada es la niñez, la adolescencia y la primera juventud. Son fenómenos que cambiaron en los últimos años de manera muy brusca, conductas que vemos sobre todo en la gente joven (en los adultos también, pero es menos recurrente) y que están muy relacionadas a las nuevas redes sociales, a la soledad, a la falta de espacios sociales concretos y reales: lugares de encuentro, de intercambio, de sostén, de acompañamiento. Espacios donde se pueda hablar de determinados temas... las redes sociales muchas veces quitaron ese lenguaje y espacio físico real.
Por eso es importante analizar qué ha cambiado. Desde la red estudiamos y analizamos mucho para luego intervenir. Cuando se suicidan alumnos, por ejemplo, nos convocan de manera permanente e intervenimos en muchas escuelas. Son causas que nos van llevando a ver los grandes cambios, en los que entendemos que opera fundamentalmente el aislamiento y la soledad. Son factores relacionados a una cultura en donde las valoraciones están mucho más relacionadas al tener que al ser, ¿no? O sea, que tengo y me incluyo en una sociedad si tengo determinado status económicos o acceso a determinadas cosas. Y va quedando por detrás quién soy en realidad.
—En este caso en particular sobre el que comentaste: ¿cómo trabajaron en esa escuela?
—Los abordajes son siempre a partir de una clasificación de víctima. Son cinco niveles en los que involucramos a compañeros, docentes, directivos. Cada grupo por separado, porque son diferentes los roles hacia dentro de una escuela. Entonces siempre trabajamos con los docentes, directivos, compañeros y en caso de ser necesario, los padres.
También aportamos información a los medios de comunicación sobre qué y cómo decir. El rol de los medios de comunicación es fundamental. Existen variables que no deben nombrarse y cuestiones que deben evitarse. Entonces brindamos asesoramiento sobre cómo dar las noticias en esta temática. Suelen ser varios los talleres que hacemos, de acuerdo a la cantidad de personas afectadas.
—¿De qué tipo de información se valen para trabajar y actuar como equipo?
—Hay informaciones que van saliendo de diferentes referentes. Son por lo general nacionales, que luego vamos relacionando con la aportada por los centros de salud o ministerios locales. También con informes internacionales, ya sea de la ONU o de la OMS, que brindan información internacional eficaz para seguir parámetros.
Más allá de que la intervención requiere pensar en regionalismos (no es lo mismo intervenir en Tierra del Fuego que en el Chaco porque hay cuestiones territoriales diferentes), lo cierto es que la temática es más o menos la misma en todas partes. Suele pasar lo mismo a nivel del mundo occidental.
—En relación a que los jóvenes pueden ser más vulnerables: ¿observan algún tipo de regularidad o factor a tener en cuenta?
—Hay un "contagio" que se produce cuando sucede un suicidio o en una comunidad muy chica o en jóvenes. Entonces hay altas posibilidades de que en los próximos días se repliquen esas conductas. Por ejemplo, si la comunidad es chica y la persona joven, las posibilidades de replicarse aumentan. Entonces hay que intervenir muy rápido dentro del espectro de compañeros, parejas e instituciones en las cuales frecuentaba. A veces puede ser de forma directa en el club o en la escuela, pero se pueden abrir espacios nuevos para quienes puedan estar sintiéndose incómodos.
En la juventud aparece además otro fenómeno que tiene que ver con los juegos. Hay muchos juegos que van llevando a la conducta suicida. Son juegos secretos que comienzan a circular dentro de los espacios de adolescentes. Entonces una forma de prevenirlo es indagar si algo de esto está circulando.
—¿Qué modificaciones trajo la pandemia?
—La pandemia aceleró el proceso en jóvenes y en adultos también. Creemos que tuvo mucho que ver el aislamiento. Como sociedad, cada vez interactuamos menos aún estando juntas. O sea, estamos juntos y con el teléfono en la mano, ¿no? O tenemos puesto un auricular. O sea, cada vez hay menos interacción social.
Entonces postulamos que la pandemia acrecentó el aislamiento y las dificultades de muchas personas de comunicarse. El ser humano es social por naturaleza. Entonces planteamos que lo que se necesita en esos casos es distancia física, y no una distancia social que produzca aislamiento. Estimular los encuentros al aire libre, a dos metros de distancia. Porque el hecho de tener que quedarse en sus casas, sin ver a ninguna persona durante mucho tiempo, o siempre a las mismas, acrecentó este fenómeno. Como la depresión y otros tantos factores, claro.
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