La búsqueda continúa en Campo San Pedro, el futuro Espacio de Memoria
Un sobre de papel, unas falanges y una uña. Eso recibió Hugo Kofman, ese fue el comienzo de una busqueda incansable y de una investigación que todavía continúa y mantiene viva la memoria. En 1985, los peones del Campo San Pedro estaban trabajando con sus palas. Clavaron una, la tierra sonó distinta, la sacaron y había cal y los primeros restos óseos humanos que se hallaron en el terreno de 2100 hectáreas que pertenece al Ejército Argentino.
Esos huesos fueron enviados a la Conadep junto con testimonios que daban cuenta de la existencia de fusilamientos y enterramientos clandestinos durante la última dictadura. Un testigo clave, Carlos Castellanos el encargado civil del terreno, señaló espacios que recordaba como “fosas” y la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas visitó el lugar. La investigación sistemática empezó en 2006 y la denuncia se realizó en 2007 en el Juzgado Federal Nº 2 a cargo del juez Fernándo Miño.
El Campo San Pedro está ubicado a 30 kilómetros de la ciudad de Santa Fe. Tiene 2100 hectáreas que en 1942 el Estado expropió al particular Albino Crespo y otorgó al Ejército Argentino. Ademas de ser usado como lugar de exterminio y enterramiento, se utilizó como espacio de práctica e instrucción del Comando 121 de Artillería y para el Servicio Militar Obligatorio. La mayor parte del terreno es de laguna, por lo que solo 800 hectáreas son de tierra firme.
En 2008, Carlos Castellanos falleció y se reveló su identidad y su testimonio. En ese mismo año, el Equipo Argentino de Antropología Forense comenzó a trabajar en la búsqueda. En primer lugar, solicitaron material cartográfico y todo registro histórico que se tuviera del campo. En 2010 tras presentar el proyecto de financiamiento, comenzaron los trabajos en la superficie para buscar las fosas.
Desde 1985 y en gran parte por los testimonios de los trabajadores del lugar, había varias zonas marcadas donde se podrían localizar las fosas. Los civiles que trabajaban en el campo durante la dictadura narraron la llegada de un contingente con más de 20 personas. A través de la reconstrucción de todos los relatos, se estima que en el campo se enterraron 27 militantes desaparecidos. Ocho de ellos fueron hallados en 2010.
El EAAF trabajó durante casi un año de manera diaria. De lunes a viernes, seis horas por día. Iban señalando los sitios donde se podían observar desniveles en el terreno y colocaban la pala vizcachera. “En 800 hectáreas había que encontrar una fosa de dos metros por un metro”, describió Juan Nóbile, parado al lado de lo que ahora es un pozo con algunos restos de cal. “Cuando llegamos acá, este era el pozo Nº 8000 más o menos, metimos la pala y salió con cal y restos óseos pegados”, explicó el miembro del Equipo.
“Recorrimos, un testigo nos llevó a dos lugares que tenía señalados más cerca de la laguna, vimos alta cantidad de proyectiles de todo tipo porque esto se usaba como campo de instrucción”, narró el antropólogo. Una vez que se aseguraron que no había peligro para trabajar, comenzaron la búsqueda. “Teníamos una primera hipótesis: que acá había fosas de inhumación de acuerdo al testimonio de Castellanos pero también respecto a la declaración del represor Eduardo Costanzo que mencionó el campo como lugar de enterramiento”, detalló.
“Como investigadores, hasta ese momento veníamos corroborando que los exterminios y enterramientos eran los simulacros de enfrentamiento y las tumbas en los cementerios”, recordó Nóbile. Por lo que el descubrimiento de la fosa convirtió a Campo San Pedro en el primer lugar fuera de los cementerios donde se hallaron restos de militantes desaparecidos.
En ese espacio que llamaron la “fosa grande” hallaron los cuerpos de cinco varones y tres mujeres. Seis de ellos fueron identificados. Son militantes desaparecidos entre 1976 y 1977 en Rosario: María Esther Ravelo, María Isabel Salinas, Carlos Alberto Bosso, Gustavo Adolfo Pon, Federico Winkelmann, Miguel Ángel D’Andrea. Hay otros dos que todavía no fueron identificados.
Una búsqueda constante
Durante el año siguiente continuaron la búsqueda de las fosas con la misma metodología, pero al no tener resultados, debieron detener el trabajo diario. En su declaración, Costanzo indica que los militantes hallados en este campo formaban parte de un contingente de 27 prisioneros del Centro Clandestino de Detención “La Calamita” de Granadero Baigorria. “Él dice que ayudó a subir al camión a una persona que reconoce como “la cieguita” y ella es María Esther Ravelo, la primera militante identificada de la fosa”, describió Nóbile.
En el 2012 el Campo fue nombrado Sitio de Memoria y en 2015 lo denominaron “Lugar de Exterminio y Enterramientos Clandestinos”. En 2010 y en 2015 se realizaron caravanas mutiltudinarias hacia el campo para recordar a los desaparecidos. En 2016 también probaron nuevas metodologías de búsqueda. En 2018 los organismos de Derechos Humanos buscaron más testimonios de lo ocurrido en el Campo y los sumaron a la causa judicial.
En 2019, el Foro, la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia y el EAAF presentaron un proyecto para la creación de un Espacio de Memoria en el Campo para que sea utilizado como un lugar de visitas escolares y púiblicas, un sitio de búsqueda permanente de desaparecidos y una escuela de campo de ciencias forenses.
En 2020 la Justicia permitió el ingreso de nuevos testigos al terreno y al año siguiente continuaron sumando testimonios y se utilizó el método de esceaneo aéreo con equipo Lidar.
En 2023, el Foro presentó un plan de excavaciones que aún se está realizando y en octubre se designó al lugar como "Campo de Exterminio y Enterramientos Clandestinos del Ejercito durante la dictadura 1976 - 1923".
Los pedidos del Ejército
El Campo San Pedro fue el primer lugar identificado como centro de enterramiento clandestino perteneciente al Ejército. Actualmente el territorio tiene una medida cautelar que funciona como una especie de “bloqueo” para que el Ejército no utilice las tierras, tanto como para entrenamiento como para cultirvar o arrendar.
“Todavía se mantiene firme la hipótesis de que acá se produjeron más enterramientos y puede haber más fosas”, indicó Nobile. Si bien durante dos años se trabajó sistemáticamente y se revisó un 90% de la superficie, cada vez que se encuentra una nueva metodología de búsqueda el terreno se debe revisar. Desde el EAAF señalaron que es un campo complejo y grande, no solo hay hipótesis sobre el levantamiento de los cuerpos, sino también factores geomorfológicos como cambios en la vegetación o modificaciones por le arado permanente. “Este es el campo de enterramiento sobre el que más se trabajó en el país”, agregó el antropólogo.
La secretaria de Derechos Humanos, Lucila Puyol, señaló que “todos los años en marzo o abril el Ejército hace el intento de recuperar el campo, pero tenemos registro de que desde la recuperación de la democracia nunca más lo usaron”.
El trabajo en el campo es contínuo, aunque desde el Foro piden que se intensifiquen. Hugo Kofman sostuvo que si abandonan la búsqueda permanente en las tierras, es “probable que la cautelar se caiga”, y expresó que les parece “una aberración que quieran o puedan entrenar pisando sobre nuestros desaparecidos”.
Este año comenzaron los trabajos de recuperación de los lugares de memoria y se llevó adelante la construcción de algunas obras para convertirlo en un Espacio de Memoria. Una de ellas es el monumento de tres columnas que dicen Memoria, Verdad y Justicia.