Cine América: historia de un amor
Es la sala del Cine Club Santa Fe. Fue el lugar de encuentro de las distintas generaciones y de la movida artística local. Resistió la dictadura, las crisis, la pandemia y los cambios en las formas de consumo de su público.
Ubicado en el centro de la ciudad, el Cine América se erige imponente. El edificio de dos plantas sobresale al lado de las casas de la cuadra. En la fachada, los azulejos marrones y despintados, dan cuenta del paso del tiempo.
Adentro el espacio es reducido y cálido. Detrás de la boletería, los afiches de Casablanca, El pibe, Cinema Paradiso y La naranja mecánica se asoman anticipando la propuesta estética y cinematográfica del América.
El sueño de la sala propia
El cine comenzó a construirse en 1975. El dueño era un empresario y distribuidor de películas, Olindo Lombardo. Tres años después, el 15 de mayo de 1978, en plena dictadura y tras el cierre de varias salas en la ciudad, el América abrió sus puertas, con equipos de última tecnología y confort.
A fines de 1981 Lombardo decidió venderlo y se lo ofreció a la Comisión Directiva del Cineclub Santa Fe. El entonces presidente Juan Carlos Arch junto al ex secretario general Antonio Brumnich no dudaron. Hacía 30 años que el grupo de cineclubistas soñaba con tener una sala propia.
Finalmente, el 2 de enero de 1982, después de un ajetreado fin de semana para llegar a juntar los papeles y el dinero que les pedían, la Comisión Directiva del Cine Club Santa Fe compró el cine América y estrenó su nueva casa. Esa noche proyectaron la película "El director de orquesta", de Andrzej Wajda. Tenía capacidad para 400 personas y contaba con aire acondicionado.
Un proyecto de vida
Para Guillermo Arch, actual presidente de la Comisión Directiva desde hace 11 años, el Cine Club significa continuar con la labor de su padre. "Me recibí de arquitecto en un momento en que no había mucho trabajo y decidí dedicarme de lleno al Cine Club. Ya es mi proyecto de vida y una forma de militancia”, sostuvo con la voz clara y pausada, mientras se hacía un tiempo entre función y función para dialogar con Santa Fe Plus.
Su hermano, Lucas Arch, también trabaja allí como secretario de programación. “Hace 30 años que concurro a este lugar. Mi papá fue presidente de la Comisión Directiva desde 1966, por lo tanto, me crie acá. Empecé en el Cine Club Infantil cuando tenía siete años y después formé parte del Juvenil, antes de que existiera la videocasetera. En esa época había 3.000 socios y en el juvenil 700 aproximadamente”, comentó.
El Cine Club Santa Fe
Surgió el 24 de mayo de 1953, 30 años antes de la compra de la sala. Marilin Pérez, secretaria general del Cine Club Santa Fe, cuenta en su tesis que ese día, alrededor de 40 personas se reunieron en el cine Roma, ubicado en la calle San Jerónimo, entre la Rioja y Catamarca. Entre los fundadores se encontraban Mario Motironi y Alberto Nícoli, dos estudiantes de Ingeniería Química de la ciudad.
También estuvieron entre los pioneros Fernando Birri, José María Paolantonio, Cacho Pallero, José Luis Vittori y Juan Croppi.
Poco a poco se fueron sumando más socios y fue necesario buscar un lugar más grande. Durante las décadas siguientes alquilaron, además del Roma, el Club Universitario, el subsuelo de la Escuela Sarmiento, el cine Santa Fe, el Apolo, el Ideal y el Belgrano.
Durante la década del 60’ se convirtió en un lugar de encuentro y debate para muchos intelectuales santafesinos. Entre ellos, el escritor Juan José Saer y el poeta, periodista y militante Francisco "Paco" Urondo. El golpe militar de Juan Carlos Onganía en 1966, puso un freno a la movida política, cultural y social.
A partir de 1972 alquilaron durante 25 años el Cine Arte Chaplin. El edificio estaba ubicado en la Galería Ross, en la calle San Martín entre Tucumán y Primera Junta. Según sostiene Manuel Canale en su libro “Salas cinematográficas de la ciudad de Santa Fe. Arquitectura, Arte y Sociedad (1896/1950)”, en este lugar antes funcionó una pista de patinaje sobre hielo y fue el primer espacio en Santa Fe donde se exhibió cine. Desde que la Comisión Directiva compró el América, el Cine Club mantuvo las dos salas abiertas hasta 1997, cuando los dueños no quisieron seguir alquilando y le vendieron el espacio a una reconocida cadena de electrodomésticos.
Un espacio de resistencia en plena dictadura
Durante la última dictadura vivieron momentos difíciles. “Se llevaron detenidos a varios socios por averiguación de antecedentes, después de las funciones. También quisieron cerrar el cine y hubo amenazas de bombas y robos. Pero fue un espacio de resistencia, porque se eludió la censura de diferentes formas. El cine tiene la posibilidad de leer varios subtextos entre líneas, que en la narración están sugeridos y a veces no explícitos. Eso hace que el que quiera entender las cosas las pueda entender” expresó Guillermo.
En este sentido, su padre, Juan Carlos Arch, que era presidente de la Comisión Directiva durante esos años, manifestó en un testimonio que fue publicado en 2007, que las razzias se repetían "semana a semana". "Los policías tenían que ser reemplazados por otros, porque ya eran tan conocidos que la medida dejaba de tener un efecto intimidatorio. También arrojaban bombas de olor en las funciones. Era conmovedor ver a 400 personas salir, estar diez minutos fuera, y volver a entrar para ver el filme. En otra ocasión derribaron la puerta de la secretaría y robaron dinero, un proyector flamante y otras cosas, pero lo que en realidad buscaban era el padrón de socios”.
Los años dorados
Después de 1983 hubo un crecimiento exponencial de socios, a tal punto que llegó a ser el segundo Cine Club más grande del mundo, con más de tres mil. Fue una época de gloria, se compraron cámaras y máquinas nuevas para la edición de películas. Sin embargo, todo se perdió después de la hiperinflación del 89' y de las sucesivas crisis económicas.
Una propuesta cinematográfica diferente
Si hay algo que distingue al Cine América de otras propuestas, es la elección de las películas que proyectan. “Cinemark tiene nueve salas y no destinan ni una sola para dar un cine más artístico. Es muy comercial, limitado a la Industria de Hollywood, que apunta más al entretenimiento. Son todas superproducciones que ya tienen una receta. Lo nuestro es un cine totalmente distinto” manifestó Lucas Arch. Por su parte, su hermano propuso que la diferencia radica en que “pasamos cine por el hecho de investigar y porque nos gusta el fenómeno cinematográfico y en las empresas comerciales, el norte es la ganancia de dinero”.
La selección del material a proyectar se realiza a partir de la secretaría de Programación junto al presidente. Por un lado, a través de las distribuidoras que están en el país, que proveen las películas. “Luego se elige con un criterio que difiere del cine norteamericano, que es más televisivo. Pasamos mucho cine europeo y asiático. También películas que vienen a través de las embajadas de países con determinados premios y que no tienen un circuito comercial acá”, expuso Lucas.
La solidaridad de los socios
La pandemia no pasó desapercibida: en los últimos años pasaron de mil a 700 socios. Al principio, sus dueños tuvieron que generar una nueva estrategia de supervivencia y de contacto con su gente. Al mes y medio de haber cerrado, crearon el Cine Club virtual . "Dábamos una película para descargar como en el Cine Club y tres películas que replicaban nuestros ciclos: Desvelados, Cine Estudio y alguno de los disciplinares", explicó Guillermo. El público del América, dio una respuesta inesperada. Durante un año, continuaron pagando la cuota, aunque no se pudiera asistir de manera presencial, para seguir bancando al gigante de la cultura local.
Una mirada hacia el futuro
En tiempos en los que las grandes plataformas de streaming y las cadenas de entretenimiento dominan la escena, el Cine América sigue en pie y muestra lo que los diferencia.
"Hasta ahora fueron más graves las crisis económicas que los cambios en los consumos de nuestro público. Vimos pasar la aparición de la TV, el comienzo del VHS y de los videoclubes, el cable, el DVD y las plataformas, pero siempre nos reinventamos", explica Guillermo.
"El cine sigue siendo una ceremonia social, de acercamiento entre la gente. Es más probable que cuando conocés a una persona, la invites al cine y no a ver una serie en tu casa" sostuvo entre risas, mientras una pareja de unos pibes que no pasaban los 20 años, se acercaba a sacar un boleto para la próxima función.
En palabras de Juan Carlos Arch, “vamos al cine a ver las películas que no encuentran su lugar en un mundo que queremos mejor". Su hijo Lucas concluyó que “el cine, como evento de pantalla grande, está muy lejos de morir”.