Los Pumitas, el barrio sumido en dolor y bronca por el crimen de Máximo
"Máximo era un chico muy querido, hoy la comunidad se levanta llorando", resumió una tía del chico de 11 años, asesinado por una balacera narco en la que otros tres niños quedaron malheridos. El velatorio en el club Los Pumas condensó toda la angustia y el hartazgo del vecindario por el abandono que perciben del Estado respecto a su exposición ante la violencia criminal.
El barrio Los Pumitas sigue de duelo tras el asesinato de un niño de 11 años ocurrido este fin de semana. Este lunes, mientras la comunidad despide los restos de Máximo Jerez, su tía habló con los medios y expresó dolor y bronca por lo sucedido: “Era un chico muy querido, hoy la comunidad se levanta llorando. Aquella persona que mato a mi sobrino espero que tenga conciencia porque ha quebrantado a una familia que no hizo nada, que nunca le faltó el respeto”.
“Pasó un auto negro con los vidrios polarizados y empezó a tirar tiros a todos los chicos. Estábamos comiendo pizza y los chicos se hayan en mi casa todo el tiempo. Como es un barrio humilde acá viven de chapa y nosotros dormimos tarde por el fresco. En ese momento me preocupé por la vida de mi sobrino, que ahora nos ha abandonado”, contó entre lágrimas Miriam en el móvil de Si989.
Y agregó: “Somos gente honesta, trabajamos día a día, noche a noche. No le pedimos nada gratis al gobierno, nosotros salimos a luchar. Jamás en la vida tuve una amenaza y nosotros no nos metemos con nadie. ¿Y ahora quién me devuelve la vida de mi sobrino? ¿Quién va a alegrar mi casa? Nadie. La comunidad está en crisis, hoy estamos todos dolidos porque nos tocaron a un chico inocente. No nos sirve la policía, pasan y nunca dicen nada. Ningún político se comunicó".
“Máximo era un chico muy querido en la comunidad. Aquella persona que mató a mi sobrino espero que tenga conciencia porque ha quebrantado a una familia que no hizo nada, que nunca le faltó el respeto. La comunidad hoy se levanta llorando. Nos arruinaron la vida completa”, recordó la mujer.
"A veces cocino dos o tres ollas para todos los chicos de la calle. Los chicos no viven de droga, viven de cartón. ¿Por qué no se ponen las pilas y vienen a ver como nosotros vivimos?", cerró Miriam.