Qué dijo el joven acusado por el crimen de las dos hermanas Gorosito
William Alberto Espinoza López tiene 18 años y es uno de los imputados por el doble femicidio. En medio de la audiencia, dio su versión de los hechos. A las víctimas las habrían engañado dos amigas que las citaron a merendar a un bar en Pichincha. Dos horas después, aparecían muertas en un camino rural.
Mientras los investigadores buscan indicios para hallar al sospechoso prófugo del doble femicidio de las hermanas Gorosito, cuyos cuerpos aparecieron el miércoles por la mañana en un camino de tierra en el límite entre Cabín 9 y Pérez, en la audiencia del viernes se sumó la versión de que hubo más personas involucradas en la acción criminal. El dato surge del relato de uno de los imputados, un joven de 18 años de nacionalidad paraguaya que -sorpresivamente- pidió la palabra en el Centro de Justicia Penal y habló de dos chicas que habrían actuado como señuelo.
Se trata de William Alberto Espinoza López, detenido cuando escapaba de un Citroën C3 que había sido abandonado sobre las vías en Pérez, cuando pasadas las ocho de la noche del martes sus ocupantes divisaron un control de Gendarmería.
Los efectivos federales estaban apostados en la zona pidiendo documentación y al ver que un vehículo frenó, dio la vuelta y varias personas se bajaron para empezar a correr, los persiguieron. Uno de los que viajaba en el auto escapó a la carrera y se perdió en la oscuridad de Cabín 9. No pudieron hallarlo. Era -según la versión de López- quien tenía el arma y quien había ejecutado a las hermanas Gorosito minutos antes. En la escena, según relató Willian López, había un segundo auto que los gendarmes no habrían divisado.
Cuando el fiscal Saldutti leyó las imputaciones en la audiencia del viernes y la jueza María Trinidad Chiabrera preguntó si los acusados querían hablar, Espinoza López dijo que sí. Contó que a él lo había invitado alguien de apodo "Chamaquito" a participar de un robo.
"Yo fui a chorear", dijo Espinoza López. Y contó cuál era el plan: "Robarle a unas chicas que tenían mucho oro. A mí me iban a pagar con parte de esas joyas. Me pasó a buscar Chamaquito con el C3, manejaba él. Pero había otras dos personas que yo no conocía. Había un petiso y una chica menor, de pelo rosa. Al rato, fuimos por un camino que yo no supe bien cuál era, nos encontramos con otro auto en el que había dos mujeres morochas altas y jóvenes".
Según la versión del acusado, el otro auto era un Chevrolet Cruze de color oscuro. Ambos vehículos fueron en caravana hasta la esquina de bulevar Oroño y Salta para buscar a las hermanas Gorosito, sus víctimas, que merendaban en el bar Anajuana.
El señuelo para que Marianela y Estefanía subieran al Cruze habrían sido las otras dos chicas, conocidas suyas. Luego se produjo un cambio de vehículo y es ahí -dentro del C3- donde hubo un forcejeo y un disparo, siempre según el relato de Espinoza. Antes, el joven paraguayo habría ejecutado el robo, cuando las hermanas Gorosito bajaban en un kiosco en zona oeste.
La versión del acusado coincide con el dato del disparo que había en el Citröen y las manchas de sangre que se encontraron en el mismo vehículo.
Cuando el hermano de Marianela y Estefanía llegó al lugar en el que habían sido arrojados los cuerpos, antes de reconocerlas lo primero que había dicho fue: "Se van a dar cuenta enseguida si son, porque tenían mucho oro". Un rato después, cuando se sabía que había un detenido en la Comsaría 18ª de Pérez, una fuente policial había confiado a RosarioPlus: "El paraguayo que agarraron anoche tenía cosas de oro".
En la misma línea, entonces, se puede reconstruir otra parte de la versión que dio joven Espinoza en el CJP: "Yo entré a robarles las cosas de oro al otro auto. Y después seguimos viaje, pero cambiados. Nosotros ahora éramos cinco: las dos hermanas Gorosito, el Chamaquito, yo y otra persona más. Cuando llegamos al descampado, se bajan todos y yo quedo sólo en el C3. Se dan los disparos y las otras dos mujeres con el Chamaquito les acomodan los cuerpos. Después se subieron casi todos al Cruze, pero Chamaquito, que tenía el arma subió conmigo y manejó. Cuando vimos a la Gendamería, frenó, nos bajamos y corrimos para lados distintos. A él no lo agarraron y a mí, sí. Creo que vive por la zona de San Francisquito", relató.
Entre tanto, un testigo de identidad reservada sumó a la causa el dato de que el prófugo -Chamaquito, en el testimonio del acusado paraguayo- habría tenido una relación afectiva con Estefanía, una de las víctimas. Saldutti, que no avanzó aún con la teoría sobre el móvil del doble crimen, dijo en la audiencia que se trata de femicidios: "muerte violenta de dos mujeres, víctimas vulnerables, madres con hijos menores (uno cada una), en un contexto de violencia de género de relieve, por la violencia y la atrocidad con la que se cometió y por la forma y lugar de descarte de sus cuerpos", sostuvo el fiscal.
Las hermanas Gorosito aparecían en el registro de visitas en la cárcel de Piñero, porque ambas eran madres y tenían detenidos allí a los padres de sus respectivos hijos. En ese marco, al ingresaron a la prisión empezaron a ver a otros presos y entre ellos a Pablo Caminos, líder de una franquicia de Los Monos, condenado por un doble homicidio e imputado como líder de una banda a la que se acusó de balaceras y otros delitos en febrero de este año.
Dicho esto, vale la pena aclarar que en su acusación el fiscal se centró en lo sucedido en las horas que pasaron desde que se vio por última vez con vida a las víctimas hasta la aparición de sus cuerpos. Y que no se planteó por ahora la hipótesis de un contexto narco para el doble crimen. Aunque fuentes de la investigación aseguran que la causa podría derivar hacia allí cuando se logre dar con el sospechoso prófugo y las otras personas que habrían participado del hecho.
Por Rodrigo Miró