"Nos interesa levantar el nivel de debate político que hoy tiene Santa Fe"
Es primer candidato a concejal por Proyecto Futuro, la fuerza de izquierda que también agrupa a sectores del socialismo y del peronismo desencantados. "El Concejo hoy se reduce a reconocimientos y declaraciones de interés", señala sobre una institución que "debería estar pensando en cómo favorecer la generación de trabajo".
Pablo Landó es la cara visible al Concejo por Proyecto Futuro, el frente de izquierda que agrupa a socialistas y peronistas alejados de sus actuales dirigencias y que tiene al integrante de Unidad Ciudadana, Federico Fulini, como aspirante a la Intendencia.
Landó es dirigente de Fuerza Común y de Ni un Pibe Menos por la Droga. También forma parte de la casa de acompañamiento comunitario Rincón Cultural.
Como figura emergente, lamenta no haber tenido la oportunidad de un debate televisivo para difundir sus ideas.
El evento, que no se concretó por la negativa de algunos candidatos, le dejó un sabor amargo: “El no de Silvina Cian es acorde a su candidatura pero lo de Violeta (Quiroz) me pareció una gran ofensa al peronismo, una fuerza a la que respeto mucho por su historia y sus banderas”.
Sobre el Concejo Municipal, no tiene dudas de que “un primer objetivo es volver a recuperar su rol deliberante”.
“Es importante retomar la discusión de los temas estructurales, porque uno lo mira desde afuera y ve una agenda cargada de declaraciones de interés o de reconocimientos”, señaló.
Y completó: “El nivel de debate político en Santa Fe es muy, muy chato. Y hay responsabilidad del Ejecutivo municipal, porque antes que nada fue una decisión política el correrse de los roles de planificación y no abordar los problemas estructurales de la ciudad”.
También deja una advertencia: “Si el Municipio no interviene en materia de suelo, esta ciudad va a seguir solo enriqueciendo a tres o cuatro privados”.
—¿Cómo y con qué expectativas vienen transitando el tramo final de campaña?
—Tenemos asumido el compromiso de poner la cara y de recepcionar el mal humor de la gente, la insatisfacción por cómo se vive todos los días. Lo hacemos porque registramos que la política dejó de hablar de los problemas concretos y que carece de una propuesta para resolverlos.
Hicimos un recorrido muy importante, vinculándonos con instituciones comunitarias y del sector del trabajo. También impulsamos una agenda de reuniones con organizaciones sindicales e industriales y realizamos actividades institucionales.
Presentamos proyectos de ordenanza y estuvimos en el Concejo Municipal con el presidente del puerto de Mar del Plata para validar nuestra propuesta de desarrollo industrial. Todo esto forma parte de nuestra campaña.
Somos una construcción colectiva. Tenemos compañeros y compañeras que vienen de la militancia barrial y estudiantil, también de instituciones con las que venimos trabajando en favor de la primer infancia y de la prevención del consumo problemático. Entre todos salimos a hablar con cada padre y madre, con cada vecino del propio barrio, tomándonos el compromiso de poner la cara para pedir que confíen en nosotros.
La verdad que tuvimos una campaña hermosa a punto tal que nos permitió una muy buena elección en las Paso y en un contexto muy difícil con 43 candidaturas.
—¿A qué atribuís este buen resultado?
—A que el esquema de Proyecto Futuro propone una construcción diferente en un contexto político particular que se da tanto a nivel local como provincial y nacional. En este último tiempo viene creciendo la militancia, moviéndose, y por supuesto que tenemos expectativas.
Además registramos un mayor nivel de conocimiento por parte de la gente. Incluso por estos días Federico (Fulini) pudo estar en el debate público, que estuvo muy bueno porque mucha gente pudo escuchar su propuesta y nuestra mirada de la ciudad. Es el momento donde mucha gente que te tiene de un cartel o volante, conoce cómo pensás.
Lamentablemente, a nosotros nos arrebataron la posibilidad de discutir en la categoría de concejales. Lo vemos como una señal muy dañina, porque el acutal estado de ánimo amerita que la ciudadanía tenga la posibilidad de escuchar propuestas, de analizar y confrontar ideas. Me pareció una absoluta falta de respeto para con las y los vecinos de Santa Fe.
—¿Te sorprendió la negativa al debate de algunos candidatos?
—Me parece bastante lógico con las características de la candidatura de Unidos para Cambiar Santa Fe, donde impera el marketing con Silvina Cian a la cabeza. Por eso les conviene el silencio. No tengo nada personal con Silvina, al contrario, pero no es más que el modelo de José Corral y de Mario Barletta. Por eso nos interesaba hacer visibles esta cuestión y decirles en la cara que son los responsables de una ciudad tan desigual como la que tenemos.
Y la negativa de Violeta (Quiroz) me pareció una gran ofensa al peronismo, una fuerza a la que respeto mucho por su historia y sus banderas. Si algo caracterizó al justicialismo a lo largo de su historia fue la defensa de los intereses de los que menos tienen, y eso siempre tenía una confrontación. Que haya rehusado al debate muestra los lejos que está de representar una fuerza tan importante.
También muestra que falta una candidatura fuerte para el peronismo desde la hegemonía de Omar Perotti. Si uno lo piensa un poco, no es más que la crónica de un final anunciado.
—¿Te parece que este tipo de instancias se verían favorecidas con una norma que pueda establecerlas bajo caracter público?
—Sin dudas. Nuestro equipo de asesores se reunió con la gente del canal que organizó el evento, firmamos el compromiso y ya estábamos en camino para firmar el reglamento. Ahí nos informaron de la suspensión.
Por suerte el periodismo se hizo eco de la noticia y fue muy importante su reacción.
Pero es importante mencionar que hubo un proyecto de ordenanza de la actual concejala Valeria López Delzar postulando la obligatoriedad de un debate que fuera organizado desde el Concejo y en donde estuviese garantizada la difusión de carácter público. Pero en la sesión del lunes pasado no lo trataron. Se perdió la posibilidad o no quisieron.
Y eso no es todo. Porque los mismos candidatos que se negaron al debate tienen la intención de sacar un decreto (y no una ordenanza) para que en la ciudad se organicen debates, pero quitando un punto fundamental: la obligatoriedad de la asistencia. No dejan explícito su carácter obligatorio.
—¿Cómo ves al Concejo en la actualidad en lo que a nivel de debate político respecta?
—Creo que el nivel de debate político en Santa Fe es muy, muy chato. Hay responsabilidad conjunta, porque primero que nada fue una decisión política del Ejecutivo Municipal el correrse de los roles de planificación y de abordar sus problemas estructurales. No conocemos el actual modelo de ciudad. Se corren de los problemas diciendo que la generación de trabajo es un tema de Nación o que la seguridad y la educación dependen de la provincia.
Ese retirarse de los debates estructurales y el dedicarse a un municipalismo básico mal prestado generó inevitablemente un nivel de debate de baja intensidad que viene repercutiendo en el Concejo. Se nota la distancia con la gente, quienes por lo general no tienen ni idea de qué o quiénes son los concejales o qué es lo que tratan.
Por eso un primer objetivo es volver a recuperar el rol deliberante del Concejo Municipal, poder retomar la discusión acerca de los temas estructurales de la ciudad. Hoy tienen una agenda cargada de declaraciones de interés o de reconocimientos. Uno dice ‘bueno, está bien’, pero qué lejos que se está de discutir los temas fundamentales.
—¿A qué lo atribuís?
—Tiene que ver con el perfil de quienes llegan a ocupar una banca. Son personas cada vez más lejanas a una construcción política colectiva y sostenida en el tiempo, por lo general figuras más o menos mediáticas. Muchos de los partidos hoy deciden esconder a sus militantes por oportunismo electoral y es un mensaje sumamente dañino.
Yo me paro como militante político. Luego de cada elección analizamos los resultados y salimos a hablar con los vecinos. Después de las Paso nacionales, por ejemplo, lo hicimos con los comerciantes de Aristóbulo del Valle. Abrimos las puertas, nos presentamos y escuchamos cada problema para dar una opinión o una explicación tomando un compromiso. Ese compromiso es lo que destaca a un militante.
Por otro lado, como no hablan ni escuchan a los vecinos, no tienen un buen diagnóstico de la realidad. Por lo general son candidatos sin conocimiento de la realidad. Y hablo de un conocimiento con profundo sentido filosófico, es decir, teniendo la capacidad de conocer un tema para transformarlo. Para nosotros no hay diagnóstico sin propuestas para resolver cada problema.
Entonces vemos oportunismo político en la elección de figuras conocidas, pero también un compromiso muy grande por parte de algunos medios de comunicación en taparlo. Hay que dejarlo bien claro, porque sino todo se ciñe a la entrevista pautada en millones de pesos. Así no hay libertad de pregunta. Se tiran centros y terminan achatando la profundidad de la discusión.
Por eso son varios los actores que deben reflexionar sobre lo que generan sus actos, porque después nos sorprendemos de la insatisfacción de la gente o de que aparezcan candidatos que proponen el caos gritando y apelando a propuestas que nos harán retroceder 100 años. No vale todo.
Pero hoy tenemos, por ejemplo, a un personaje que probablemente sea nuestro próximo gobernador y que suelto de lengua dice que camina por la calle con una pistola en la cintura. A veces pareciera que nos olvidamos de las cosas que se dicen.
—¿Podés resumirnos dos o tres ejes sobre los que el Concejo debería estar legislando?
—Vengo planteando la necesidad de generar trabajo. Hay que ir por dos o tres líneas claras. La primera es tener una banca pública local, porque sin crédito es imposible dinamizar la industria, el comercio, a la familia trabajadora y a los jóvenes que terminaron la escuela y quieren desarrollar un emprendimiento.
Hoy tenemos miles de familias emprendedoras sin una herramienta de crédito por fuera de la lógica de las tasas de la banca privada.
Pero el Municipio de Santa Fe cuenta con un capital de origen, que son los haberes de los municipales activos y pasivos. Queremos habilitar entonces una discusión para la toma de deuda que permita generar fondos destinados a dinamizar la economía local. Estamos dispuestos a dar ese debate.
En segundo lugar proponemos recuperar el frigorífico municipal. Es necesario para ello la decisión política de erogar 300 millones de pesos, un presupuesto que puede cubrir absolutamente la Municipalidad.
Crear un frigorífico municipal implicaría la generación de trabajo industrial, es decir, puestos de trabajo directos e indirectos, pero a su vez le permitiría al Ejecutivo Municipal intervenir sobre el precio de la carne. Tener un ente capaz de regular y que garantice el abastecimiento a determinado precio. Después los hipermercados o las grandes cadenas lo pondrán al precio que quieran, pero la familia santafesina podrá tener cortes a precios populares o en relación con sus ingresos.
Y el tercer elemento clave tiene que ver con la recuperación del puerto. Es un enclave que puede desarrollar una industria naval. Tenemos una propuesta concreta que fue legitimada por el presidente del Consorcio de Gestión del Puerto Mar del Plata.
—¿De qué se trata?
—Hoy transitan 2.500 barcazas por el Paraná. Ahí el Estado municipal tiene un potencial mercado para la construcción y reparación de estas naves. Son el sistema de navegación adecuado para cuidar el recurso de la región y para nuestras profundidades. Pero al menos yo no escuché una declaración, ni conozco una propuesta local respecto de qué hacer con el puerto.
No hay que olvidarse que así como el gobernador pone al presidente del Ente Portuario, el Municipio pone un director y el resto del directorio está conformado por sectores privados vinculados fundamentalmente a la lógica actual que tiene hoy su estructura. El puerto se centra actualmente en el desarrollo inmobiliario y en negocios comerciales muchas veces ligados al círculo rojo de la ciudad.
Nosotros en cambio queremos un puerto operativo, productivo y capaz de dinamizar la actividad industrial de la región. Para eso es importante tener otro rol desde el Directorio Municipal. Y para eso proponemos un mecanismo virtuoso donde el Estado municipal intervenga y tenga un impacto concreto en la generación de trabajo.
—Te pido una reflexión sobre una temática que seguís de cerca, como es la pobreza de Santa Fe: ¿cuáles son las cuestiones que más urgen atender o legislar para favorecer a los sectores populares?
—Hay barrios de la ciudad de Santa Fe donde el abandono es increíble, al nivel de que abris una canilla y sale una gota de agua o de que el tendido eléctrico es un cable finito que el vecino pudo conectar de alguna forma. Lugares donde llueve dos milímetros de agua y ya no se puede ingresar. Y estamos hablando incluso de barrios cercanos al centro de la ciudad.
Para toda esa gente existe la demanda económica lógica, pero se suma además la desesperación de vivir en lugares donde no se puede prender un calefactor sin que salte la térmica. Entonces si me quiero bañar y hace frío tengo que desconectar todo, prender el calefón y bañarme con la linterna del celular. Lugares que además no están exentos de los robos o de las inseguridades cotidianas.
Es decir que una parte de los problemas para todo este grueso trasciende lo meramente económico o material. Son cuestiones que tienen que ver con las condiciones de vida. Y en un contexto donde se multiplicaron los comedores y la copa de leche.
—¿Cuál es el nivel de demanda que vienen teniendo ustedes?
—En la Corriente Clasista y Combativa (CCC) trabajamos en 36 comedores y 18 copas de leche. Las vecinas hacen lo que pueden y no hay una ayuda nacional o provincial que alcance a las demandas actuales. Creo que hay intenciones de hacerlo, pero no se logra. Y así como nos sucede a nosotros podemos mencionar innumerables partidos, ongs e instituciones que trabajan en los barrios y no dan abasto. Hoy se asiste a comedores de lunes a domingos. Por ahí los pibes pueden comer en las escuelas, pero los adultos no tienen esa oportunidad. Es la realidad de cómo se vive.
Por eso creo que debemos tener una política de intervención, tanto en términos de recursos como de propuestas que estén a la altura de la demanda. El ordenador debe ser el laburo, por supuesto, pero además hay que pensar en el ahora.
Nosotros seguimos muy de cerca este hecho ligado a la pobreza y a la falta de oportunidades.
—¿Cómo ves al Municipio en cuanto a nivel de empleo?
—Hay temor en los trabajadores municipales precarizados. Santa Fe debe tener una planta de la que nadie tira números exactos, pero que deben rondar los 2.000 o 2.500 empleados entre contratados, practicantes, cuadrillas de distintos tipos y pasantes de distintas modalidad de contratación precaria, porque hoy muchos sostienen con su laburo lo que no hace el Municipio.
Para todos ellos existe la enorme angustia de una posible nueva gestión de Mario Barletta. En su momento yo fui uno de los perjudicados. Se aprovecharon de la precariedad laboral para echar a un montón de muchachos que laburábamos todos los días aunque cobramos dos mangos. Hacíamos horas extras para llegar a fin de mes.
Deben preservarse esos puestos de trabajo e incluso aumentarles los ingresos. Hay que tomar medidas transitorias para sostener las cuadrillas barriales y que tengan un mayor reconocimiento en su salario, por supuesto, pero también desde el punto de vista de la seguridad laboral. Pensar incluso en aportes.
Con una infraestructura mínima podemos incluso hacer un frigorífico de pescado y apoyar una industria básica y de bajo costo. Podría garantizarse a toda la familia pescadora un precio mínimo para el sostén en origen de sus productos así evitás que caigan en el abuso de los exportadores, pero además podés agregarle valor y generar trabajo.
Son cosas que están al alcance de la mano pero no se toman decisiones al respecto.
—¿Por qué?
—Porque para cada uno de estos aspectos hay que discutir con alguien. Si querés hacerlo, te tenés que pelear con los frigoríficos exportadores de carne, con el ente portuario o con la banca privada. Todos pesos pesados. Pero creemos que la política es la herramienta para hacer posible lo necesario.
Obviamente que para lograrlo tenemos que generar las correlaciones de fuerza necesarias. Pero lo vamos a plantear y vamos a trabajar para que sea posible.
—¿Podrías hacer un balance de la gestión Jatón?¿Encontrás algún punto destacable de su mandato?
—Vamos a arrancar por las buenas. Creo que hubo intenciones de hacer algunas intervenciones de obra pública y de servicios que fueron importantes y hay que seguirlas hasta el último día.
Hay una obra fundamental de desagüe para el este de la ciudad que quedó parada. Es un tema sumamente delicado. También debe sostenerse el mantenimiento de las estaciones de bombeo. La población tiene que saber cómo están las condiciones de defensa de la ciudad.
Y además hay algunas intervenciones que yo veo con buenas intenciones, pero que terminan teniendo una consecuencia negativa. Por ejemplo, Camino Viejo a Esperanza. Como intervención para las familias de la zona es importante, amén de que son pocos metros los que están hechos y de que aún falta toda otra parte de la obra, que está muy parada.
Pero si el Municipio no piensa en el suelo que está a su alrededor y que revalorizó, ocurre que el círculo rojo de la especulación inmobiliaria termina apropiándose de terrenos fiscales. Ya sucedió en Camino Viejo a Esperanza.
Entonces la familia que supuestamente es beneficiaria de la obra y de ese servicio público, termina siendo cada vez más marginada y expulsada al borde de los reservorios por motivo de la especulación inmobiliaria. Si el Municipio no interviene en materia de suelo, esta ciudad va a seguir solo enriqueciendo a tres o cuatro privados.
Reconozco entonces la intención de llegar con obras y servicios, pero el abandono posterior describe la matriz de la actual gestión. Pero pedirle a la gestión de Jatón que recupere al Estado municipal en función del control de la infraestructura pública es como aspirar a demasiado.
—¿Y las malas?
—En términos de críticas, quisiera remarcar que no pudo abordar una mejora para el sistema público de transporte ni en la recolección de residuos.
—¿Para qué está Proyecto Futuro?
—Aspiramos a un lugar de representación para confrontar con el modelo que impera en la ciudad. Queremos pensar una Santa Fe que supere la grieta histórica entre los bulevares y el resto.
Antes que nada somos un frente, y eso es una muestra de la construcción compleja pero maravillosa que posibilita la política.
Agrupamos a gente que se siente identificada con el socialismo de (Hermes) Binner, como Vanessa Oddi, con quienes logramos hablar en el mismo idioma.
Lo mismo con Federico Fulini, expresando a un sector del peronismo que mostró su descontento con Perotti y con la conducción de ese partido, y que se animó a construir por fuera.
También estamos quienes venimos de una izquierda que se siente parte un engranaje fundamental del campo popular.
Pero todos entendemos que la política debte ser la herramienta de transformación de la realidad, y como generación queremos sacudir las estructuras y sanar las heridas que sufrió la ciudad, primero con la dictadura primero y luego con el menemismo donde privatizaron lo que nos pertenecía.
Recuperarlo va a significar un impacto muy grande para que la gente pueda vivir un poco más feliz.