Escuchen, corran la bola
El cantito de la Selección, su derivación política y la bravura anticolonialista de los Padres Fundadores del RIGI. La entrega con disfraz patriótico: eso ya se ha visto. Los dólares del campo, los dolores del Toto de la Champions. Nacionalismos, federalismos y efectividades conducentes.
Ningún futbolero argento que se precie de tal se horrorizó por el contenido indudablemente racista del villancico que ejecutaron los jugadores de la Selección durante los festejos por el bicampeonato de América. No por adhesión a la letra, a todas luces ofensiva para los players franceses de origen africano. Sino porque en estas pampas feraces y feroces, la chicana alrededor del balompié suele sobregirarse hasta irse al pasto. Lo dice un bostero, cuya parcialidad fue siempre objeto de burlas xenófobas, que fueron incorporadas y transformadas en reivindicación. Como el peronismo con los motes de grasas y descamisados, sin ir más lejos.
Lo que sí resulta sorprendente, en una etapa histórica en la que ya nada debería sorprender, es que ese episodio haya traído una estela de crisis interna en la Revolución Liberal y “quilombo diplomático” con Francia, en palabras del presidente Javier Milei durante una entrevista con su amigo Alejandro Fantino, a quien nuevamente se le asignan potencialidades de candidato en la provincia de Santa Fe.
El ahora decapitado secretario de Deportes de la Nación, el macrista Julio Garro, no tuvo mejor idea que salir a reclamar que Lionel Messi pida disculpas por la agresión verbal a sus colegas europeos. Con una mecánica que ya es bien conocida, el ex intendente de La Plata primero fue hostigado por los trolls libertarios que responden al omnipresente Santiago Caputo para luego ser pasado a degüello impiadosamente. Otro agravio que Mauricio El Calabrés anota con sangre en su libretica.
No terminó allí el asunto. La filosa vicepresidenta publicó en su red social X una perorata de tono anticolonialista, reivindicada por nacionalistas varios que no tuvieron la precaución de recordar que Victoria Villarruel forma parte de un gobierno que propuso y logró hacer aprobar un régimen de promoción de inversiones como el RIGI, redondamente entreguista por el lado que se lo mire. Nada nuevo bajo el sol, menos aún para ella: la banderita argentina abrazada al plan económico de José Alfredo Martínez es un ejemplo nítido, no el único.
Salió corriendo por detrás la poderosa hermana Karina rumbo a la Embajada de Francia para arreglar los tantos. Es que el profeta libertario está próximo a viajar a la inauguración de los Juegos Olímpicos invitado por Emanuel Macron y la presencia de la secretaria general de la presidencia estaba en plena negociación. Vamos que esa acreditación no se manguea sola.
Mientras tanto, el Messi de las finanzas continúa con su lucha sin cuartel por evitar otra ronda devaluatoria que lo expulsaría del ministerio y consumiría el capital político que mantiene con uñas y dientes su jefe supremo. Justo es reconocerle a Toto Caputo la habilidad de sacar una y otra vez conejos de la galera para atajar penales financieros, aunque haya que sacrificar a Von Hayek y al plantel completo de la Escuela Austríaca. Un remedo de Sergio Massa, pero en versión libertaria: con motosierra y recesión sin fin.
Por eso no se entiende bien por qué el ministro de Economía dispuso que el Banco Central (a la independencia te la debo) elimine la tasa extra que debían pagar los silobolseros para acceder al crédito. Los productores obraron en consecuencia con una lógica intachable en sus términos: no vendieron la soja para presionar por una nueva devaluación y se financiaron con pesos baratos.
Esta decisión oficial, materializada hace un mes, fue celebrada por el gobierno provincial, que había hecho un reclamo público en ese sentido. Ya se ha dicho y se repetirá aquí otra vez: es todo ganancia política para Maximiliano Pullaro porque funge como defensor del sector productivo más dinámico de la Invencible y su base electoral lo festeja, más aún con la retórica federalista que lo caracteriza.
Pero también se debe decir en estas líneas algo nada novedoso: ¿los trabajadores con ingresos fijos que sufrirían el impacto demoledor de un salto en el tipo de cambio no forman parte de lo que se denomina pomposamente “los intereses de Santa Fe”? ¿Y los comerciantes e industriales que se funden en medio de una economía sin señales de vida? La agenda productiva somos todos, no sólo “el campo”. O deberíamos serlo.
Al final del día, lo que realmente pesa son las efectividades conducentes, dirían Hipólito Irigoyen y Saúl Ubaldini. Los intereses concretos, la plata, la tarasca. Sobre todo para una buena parte del pueblo argentino que hoy revolea manotazos para intentar, vanamente, frenar el derrumbe cotidiano. El nacionalismo y el federalismo serán populares o no serán.