De manera total y absolutamente previsible, la Cámara de Diputados de la Nación aprobó el DNU del profeta libertario Javier Milei que le otorga al Toto de la Champions discrecionalidad absoluta para firmar el enésimo endeudamiento con el FMI, cuyas consecuencias serán inevitablemente ruinosas para este maravilloso país que, pese a los explícitos deseos del jefe de asesores de la Revolución Liberal, Demian Reidel, continúa poblado por más de 45 millones de argentinos.

El lector sabrá disculpar la siguiente autorreferencia. Se escribió en esta misma columna el 9 de marzo: “Nada hace prever que la oposición que no se opone cambie su actitud colaboracionista, mucho menos en este tema. No hay una sola persona de ese universo que le interese en lo más mínimo aparecer como responsable de un sacudón financiero, ni que hablar proponerse una confrontación con el FMI. Si sale mal, como es altamente probable, será culpa de Milei. O de Cristina, que está siempre a mano”.

“Serán los gobernadores, con seguridad, quienes aporten las voluntades para evitar que el DNU sea tumbado. Es el caso de Maximiliano Pullaro y tantos otros. Ya se dijeron en este espacio las razones: hay un electorado compartido y no sería deseable para el oficialismo santafesino que, a un mes de ir a las urnas, los votantes vean que su gobernador le mete una zancadilla al presidente”, se agregó aquí también.

En efecto, el paraoficialismo hizo lo suyo y aportó los votos para consolidar el DNU, cuya vigencia persiste en tanto y en cuanto no sea volteado por ambas cámaras. Así las cosas, se debilita el correcto planteo del peronismo de eventualmente desconocer la deuda nueva y asoma probable que no vaya más allá de una encendida declaración pública.

Ya que se habla de enérgicos discursos, el ídolo de los peronistas posta posta, 100% pureza, joya nunca taxi, Miguel Pichetto, afirmó que el desprecio presidencial por el Congreso “no va más” para después respaldar el cheque en blanco. ¿Por qué Milei cambiaría su prédica contra las “ratas” parlamentarias si los mismísimos roedores le votan todo lo que quiere?

Surgen, a partir de las sistemáticas victorias legislativas del mileísmo, las inevitables comparaciones con la timorata praxis política del gobierno de Alberto Fernández. Y es cierto, el papelón del Frente de Todos adquiere mayor nitidez ante la audacia sin límites del León libertario y su troupe.

Con todo, hay un pequeñísimo detalle que suele olvidarse: el peso de los sponsors de la actual aventura argentina. ¿O acaso el DNU 70 seguiría vivo si afectara los intereses de los dueños del país? ¿O por qué el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), escrito por los estudios jurídicos de las multinacionales, fue el único capítulo de la Ley Bases que casi no tuvo modificaciones en el Congreso?

En este sentido, son sumamente graciosos los análisis que pretenden que el gobierno libertario es débil sólo porque tiene pocos y coloridos legisladores propios. Como si el poder estuviera encerrado en las paredes de la Casa Rosada, el parlamento y tribunales. Aviso para los despistados: las instituciones de la república y los Reyes Magos son los padres.

Aún con este marco político, y pese a las fantochadas amenazantes de Patricia Bullrich con la ridícula estética orwelliana que tanto gusta al buenazo de Santi Caputo, una multitud salió nuevamente a la calle el miércoles pasado con eje en el reclamo de aumento a los jubilados pero con una perspectiva de impugnación global del gobierno. Otro tanto ocurrirá mañana, en las marchas por el 24 de marzo.

Esas muchedumbres piden a gritos representación política. El cauce natural debería ser el peronismo. ¿Y en qué anda el movimiento que en 2025 cumple 80 años de vida? Sus dirigentes se encuentran enfrascados en quichicientas mil internas cuyas causas exceden poco más que el ombligo propio.

Pasenló a nafta, muchachos, que la descomposición avanza.