"La mirada del otre es una de las cosas más fuertes y juzgadoras que existen"
En el Día de la Promoción de los Derechos de las Personas Trans, Lanna cuenta su historia de vida, la transición y cómo la militancia la acogió y ayudó a pertenecer.
La ley 26.743 de Identidad de Género, sancionada en 2012, empujo la visibilización de un colectivo historicamente silenciado y perseguido. Con esta ley el Estado reconoce la identidad de género como un derecho fundamental, sin patologizarla ni judicializarla. "Las personas son libres para decidir sobre la autopercepción de su género y la modificación de su apariencia y/o la funcion corporal, independiente del sexo asignado al nacer", sostiene.
La conquista de estos derechos no hubiera sido posible sin la fuerza del colectivo feminista, incluidas las organizaciones travesti-trans, cuya organización y firmeza establecieron un nuevo piso básico de ciudadania: "Nos va a permitir ser sujetas y sujetos plenos de derechos" afirmaría Claudia Pia Baudracco una de las principales impulsoras de la Ley de Identidad, quien murió un día como hoy hace 10 años y esta fecha conmemora.
En Santa Fe, se gestan espacios de contención y militancia como la Mesa del Orgullo, que acogen y apoyan a las disidencias como Lanna González, una mujer trans que comparte su historia y su visión en el Día de la Promoción de los Derechos de las Personas Trans.
Lanna, tiene 23 años y decidió transicionar hace un año atras, especificamente en enero del año pasado, aunqe su transición social la comenzó unos meses después en marzo.
—¿Cuáles son los espacios donde te sentís más cómoda?
—En los espacios de militancia. Como persona 0+ milito desde hace cinco años en Cipres (el Centro interdisciplinario de transmisión sexual y Sida), y también en la Mesa del Orgullo. Participo de las marchas desde que tengo 15 años aproximadamente, y la verdad que son los lugares en donde me siento parte, en donde siento que puedo aportar aunque sea un granito de arena. Desde mi militancia, desde mi persona, desde mi sentir, desde mi relato y mis testimonios. Donde haya un oído y un hombro para poder prestar, que alguien lo necesite, es ahi donde me siento cómoda.
—Sos profesional y estudiaste en la Escuela Provincial de Teatro, ¿tuviste dificultades para poder recibirte?
—Me recibí de la carrera que estaba estudiando (promotora sociocultural en teatro/actriz), no me hicieron ningun problema, por suerte el instituto donde yo estudiaba era muy abierto de mente, habia mucha diversidad y siempre fue muy ameno. Aún así, viví situaciones en las que se cuestionó mucho mi presencia, pero me pasó con algunos docentes más que con la institución en sí.
—A la hora de poder conseguir un trabajo, por lo general, ¿cómo es la experiencia?
—Al principio me costó mucho. Cuando me recibí trabajé en dos escuelas de las cuales no me volvieron a llamar, eran escuelas del interior. Para mí fue por ser trans, pero usaron la excusa de que no tenía la carpeta médica. Eran reemplazos esporádicos y al ser del interior no había docentes que esten cerca.
Después hice más changuitas y esas cosas, siempre me las arreglé sola desde que tengo 13, asique muchas veces pasé por situaciones de entrevistas, de mandar curriculums y que te vean y darte cuenta de que te están encajonando. De hecho llevé un curriculum a donde trabaja un amigo, y luego me contó que lo estaban usando para apoyar una jarra de jugo. A eso estamos sometidas las personas trans.
—Completa la frase: “La mirada del otre…
—Creo que la mirada del otre es una de las cosas más fuertes, y más juzgadoras que existen. La otredad, como concepto es justamente el hacer presente que hay un otre, un alguien más externo a mi persona, que puede juzgarte a través de esa mirada. Ni siquiera diciendote una palabra, solamente mirándote, sabés qué puede llegar a estar pensando y más en la sociedad en la que vivimos, ese pensamiento a nosotras nos carcome, a nosotres, a nosotros, a las personas trans en sí.
La sociedad no está preparada para nosotres, es algo por lo que todavía seguimos luchando y peleando. Por más loco que suene, porque es increíble. Se avanzó un montón en muchas cosas en todo este tiempo, pero volvemos a lo mismo: a tener que pedir, a tener que exigir que se cumplan esos derechos básicos que logramos ganar y que no están en funcionamiento.
Hoy por hoy, lo puedo decir y lo digo desde un privilegio, me hago cargo y asumo que tengo un trabajo, y sin embargo mi trabajo también es tratar de ayudar a las compañeras, a que puedan conseguir uno, a que continuen sus estudios, a impulsarlas a seguir adelante. Lo que importa es la mirada de sororidad, la mirada de acompañamiento, de voy a estar ahi para vos.