Ahora que sí nos escuchan: se recibió la primera Licenciada en Sonido de la UNL
Es la primera mujer que obtiene el título en la historia de esa casa de estudios. “Es un campo de estudio que fue históricamente masculinizado”, asume.
Por Natalia Pandolfo
“Hablo rápido” se ataja, como quien afina previo al concierto. La plaza céntrica se ofrece helada y soleada a la charla.
Iara pone primera y no para: nació en Paraná, se vino a vivir a Santa Fe y el 7 de julio pasado se calzó el traje de primera egresada en la historia de la Licenciatura en Sonorización y Grabación del Instituto Superior de Música de la Universidad Nacional del Litoral.
Eligió esta ciudad para estudiar Biotecnología; después pasaron cosas. “Claramente no era lo mío” se ríe, con el diario del lunes y la tinta del diploma del ISM todavía fresca. Matemática, Física, Electrónica, Música: el plan de estudios de Sonido la orientó cual flautista de Hamelin por lo que sería su recorrido académico. El primer día de facultad escuchó a un chico tocando el violín y se conmovió. Hoy afirma que “la música es matemática” y que haber arrancado de cero (no sabía nada de música cuando ingresó a la facultad) fue una dificultad pero no un escollo para avanzar.
En una carrera habitada históricamente por varones, hacer camino no fue sólo cuestión de andar. “Lo habitual era que todo el mundo les hablara a los varones. Si vas a rendir con un varón, seguro que el varón va a saber más que vos”, ironiza. “Por suerte tuve compañeros piolas y docentes que acompañaron, pero la verdad es que era raro que una mujer estuviera formando parte de las clases. Si llegué hasta acá fue claramente gracias a esos apoyos y al de mi familia”, subraya.
En una sociedad que divide de manera binaria desde los colores hasta los olores, desde los deportes hasta la música, desde las películas hasta los juguetes, la segmentación de carreras por género parece la consecuencia lógica de una cultura patriarcal omnipresente. Asumir el riesgo, patear el tablero, preguntarse por qué no, inaugurar caminos, son patriadas. Iara lo sabe y por momentos parece sorprenderse del coraje propio.
Empezaron la carrera tres mujeres, terminó sólo ella. “Hoy hay algunas chicas estudiando, pero seguimos siendo pocas. Cuando son carreras muy masculinizadas, cuando no es costumbre que haya mujeres circulando, una muchas veces siente que no está preparada para atravesar esas barreras - define -. Si estás muy convencida y te gusta la carrera, le das para adelante. Y con suerte, como la que yo tuve, te encontrás con docentes que te inspiran y abren puertas”.
Hoy Iara trabaja en el equipo técnico del Foro Cultural de la UNL y comparte espacio con varones y mujeres. “Es un alivio” se ríe y admite que le hubiera gustado tener a alguna referente mujer en el camino. “Si tuviera que hablarle a alguna piba que está por empezar, le diría que le dé para adelante. Siempre nos vamos a encontrar con otras mujeres que te van pasando la posta, que te alientan. Hoy está la herramienta de las redes sociales y hay que usarla: escribirnos, pedir ayuda, acompañarnos”, arenga.
Sonorizar en vivo bandas, operar consolas, trabajar en estudios de grabación (edición, mezcla, mastering), programar, laburar en la acústica de recintos: el campo de acción es enorme y la música está siempre ahí, como cortina de fondo. La tesis de Iara - “Caracterización del aislamiento acústico del aulario común de la UNL. Propuestas de mejoras” - abordó el tema de la acústica en las aulas. “Si no controlás la acústica, cómo está construida el aula, que no tenga cierto nivel de ruido o reverberancia, afectás la concentración. Así la gente a veces deja de estudiar, o no entiende, o no escucha. Los y las docentes tienen que elevar la voz, eso genera fatiga. O muchas veces se termina medicando a los chiquitos porque se distraen y quizás tiene que ver simplemente con la falta de concentración que se genera. En un plan arquitectónico debería estar siempre incluida la cuestión de la acústica y el sonido”, explica.
Iara habla rápido y sus ojos vuelan: quiere que el futuro suene mejor que el presente. El 7 de julio, con el birrete (el gorrito de egresada) recién puesto, una amiga tiró:
Che, ¿vos te das cuenta de que sos la primera?
“Ahí me di cuenta de cómo me hubiera gustado tener algún precedente, alguien a quien imitar”, reflexiona Iara. Y sigue: “Una carrera universitaria es la puerta hacia un mundo inmenso. Y ese mundo te lo vas construyendo: con gente que te acompaña, con hacerte respetar, con amor por lo que hacés. No nos tiene que condicionar si somos cinco, si sos una, si no te miran. Romper esa barrera. ¿Te encontrás sola? ¿No te miran? No importa. Terminá el trabajo práctico y entregalo igual. Tranquila, que cada vez vamos a ser más”, dice, se dice.