Una masacre en el microcentro santafesino
El 1° de diciembre de 1976, en 25 de Mayo y Lisandro de La Torre, murieron una mujer, un militar, el chofer de un colectivo y un peatón. La versión oficial fue que Yolanda Ponti, militante política de 18 años, ejecutó a sus víctimas antes de ser abatida. Sin embargo, había más impactos de los que podía disparar su arma y el ómnibus tenía disparos desde afuera hacia adentro. No hubo pericia balística y las versiones de los militares fueron contradictorias. Hoy empezó el juicio contra Jaime, el único acusado, quien estuvo casi cinco años prófugo.
El 1° de diciembre de 1976, Rodolfo Walsh aún no había escrito su imprescindible “Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar”, en la que denunciaba que aquellos hechos en los que “extremistas se amontonan de a diez en vehículos que se incendian” no eran más que “estereotipos de un libreto que no está hecho para ser creído sino para burlar la reacción internacional”. Pero ese día, el microcentro santafesino sería escenario de uno de esos libretos.
Algunos de los títulos de El Litoral de los últimos días de noviembre de 1976 no difieren demasiado de algunos que podrían leerse hoy. Se inicia la reparación de los arreglos en el socavón de calle Urquiza, entre Mariano Comas y Cándido Pujato. Hay una suba descontrolada de precios y un ajuste en los salarios. Vecinos advierten al municipio que la avenida General Paz no termina en Javier de la Rosa. La tapa estaba reservada a los temas más importantes del país: por esos días, la visita del dictador de Bolivia, Hugo Banzer, para entrevistarse con el dictador argentino, Jorge Rafael Videla.
En las páginas además se destaca la publicidad de los comercios de la época en las semanas previas a la navidad: la mayoría de ellos ubicados en la misma zona en la que un grupo de militares, vestidos de civil y en autos sin identificar, desataron una masacre.
Yolanda Ponti tenía 18 años. En Rafaela, su ciudad natal, había editado junto a un grupo de compañeros y compañeras una revista política. En 1975 llegó a Santa Fe para estudiar Trabajo Social en la Universidad Nacional del Litoral. Comenzó a militar en la Juventud Universitaria Peronista, mientras recorría los barrios más humildes de la ciudad. Vivía en Agustín Delgado al 1.300. Ese primer día de diciembre de 1976 se subió al interno 11 de la línea 3, en avenida López y Planes al 4.000. Siete personas comenzaron a seguirla.
De los propios documentos del ejército se desprende quiénes eran y en qué vehículos se movilizaban. La “cabeza de columna” iba en un Renault 6, integrada por el capitán Alberto José Jaime al volante, más el suboficial mayor Nicolás Correa (integrante del Batallón de Inteligencia 601) y el oficial Héctor Romeo Colombini. En la “cola de columna” iban en un Dodge 1500 el teniente primero Julio César Rodríguez al volante, acompañado por el sargento ayudante Eleodoro Hauque, el sargento primero Oscar Alberto Cabezas y un Personal Civil de Inteligencia “cuya identidad se reserva por razones de seguridad”. Todos vestidos de civil, en vehículos sin identificar.
A las 17:10, al llegar a la intersección de las calles 25 de Mayo y Lisandro de La Torre, en horario comercial, semanas antes de las fiestas y en pleno microcentro santafesino, la “inteligencia” decide abordar el colectivo.
Según la versión oficial, en ese momento Ponti desenfunda su arma y ejecuta al sargento Cabezas. Además, mata al chofer del colectivo, Arnaldo Martinazzo, y a un peatón que pasaba por el lugar, José Roberto Herrera, jubilado, 69 años. Y, antes de ser abatida, también consigue arrojar una granada “junto al paredón de la empresa Agua y Energía, arma que siguiendo una trayectoria parabólica golpea sobre el techo del móvil y rebota para quedar situada en la ochava noreste, abajo de una cortina metálica de la casa Villalonga Furlong”. Es decir que, según la versión oficial, en apenas segundos, Ponti advirtió la presencia de las fuerzas armadas, dio muerte a un sargento que ni siquiera llegó a efectuar un disparo, a otras dos personas muy distanciadas entre sí y lanzó una granada. Una maniobra que suena irreal incluso para una escena cinematográfica protagonizada por Liam Neeson.
El desastre fue tan grande que al ejército le costó controlar la narrativa incluso en los medios de comunicación que le eran afines. Según publica El Litoral el 2 de diciembre, el colectivo “fue interceptado por tres automóviles, aparentemente de fuerzas conjuntas de policía y Ejército, ya que no llevaban ningún tipo de identificación y sus ocupantes vestían de civil”. Es decir, un vehículo más de los que el ejército había admitido como parte del operativo. Agrega que “las versiones son confusas en el sentido de que la antedicha mujer habría contado con el apoyo de otros dos sediciosos y que de inmediato la delincuente descendió del colectivo y arrojó una bomba que estalló en la calle”. Según La Nación, en el hecho “murieron cinco sediciosos”.
Las fuerzas sólo informaron la muerte de Cabezas, al mismo tiempo que establecieron que no efectuó ningún disparo. La muerte de Martinazzo recién un día después, como “muerte violenta”, sin más precisiones. Pero no son los únicos detalles que deslegitiman la versión oficial. Según la instrucción del hecho, que estuvo a cargo del capitán Douglas Patrick Dowling, a Ponti se le secuestró “una pistola Colt calibre 11,25”, un arma que puede albergar ocho proyectiles: siete en el cargador y uno en la recámara. En la escena había un impacto en el asiento del chofer, uno en la palanca de cambios, uno en el tablero y uno cerca de la guantera; además dos en la cabeza del sargento y otros dos roces en su cuerpo. Son ocho balazos. ¿De dónde salieron entonces los disparos que mataron a Martinazzo y Herrera?
El colectivo presentaba además impactos de bala que habrían partido desde una camioneta que se encontraba detrás del mismo (¿uno de los tres vehículos que menciona El Litoral y no aparecen en los documentos oficiales?) y se observaron también daños en otro auto. Es decir que al colectivo, que iba con pasajeros a bordo, le dispararon desde varios ángulos.
Las declaraciones de los siete integrantes de la fuerza son contradictorias. Uno de ellos incluso dice no haber visto el hecho, pero sin embargo hace un relato detallado del mismo. Pese a las cuatro muertes, para el juez de instrucción de aquel momento las fuerzas “actuaron con mesura y prudencia”. Las pruebas indican lo contrario: que las actuaciones posteriores tuvieron como único objetivo justificar la brutal intervención del ejército, y fundamentalmente acusar a Ponti no sólo de la muerte de Cabezas, sino también de dos civiles que se encontraban en el lugar.
Empezó el juicio
Hoy se inició el juicio oral y público contra el exmilitar Alberto José Jaime, único acusado por el hecho. El fiscal interviniente es Martín Suárez Faisal. Jaime estuvo prófugo cuatro años y medio, desde octubre de 2014 hasta abril de 2019, cuando lo encontraron y exhibió el DNI de su hermano. En noviembre de ese año, la Cámara Federal de Rosario confirmó su procesamiento y prisión preventiva, más un embargo de dos millones de pesos.
En el primer día dijeron presente un importante grupo de militantes de derechos humanos, estudiantes de la facultad donde estudió Yolanda y compañeros y compañeras de Rafaela.
Por otra parte, mañana a las 10:30 se colocará una baldosa en su memoria en la esquina de 25 de Mayo y Lisandro de la Torre.