La irresponsabilidad institucional que caracterizó a Alberto Fernández en su triste paso por la presidencia, cuyo pico -se creía- había sido el cumple en Olivos en plena cuarentena, ascendió a niveles estratosféricos con las revelaciones que explotaron hace una semana en Clarín, el diario de su ex amigo Héctor.

Desde ya que la denuncia en su contra por violencia de género por parte de su ex pareja es lo más grave, pero las patéticas imágenes de su vida privada inevitablemente vienen en el combo. El lodazal es tan gigantesco que los parámetros para un análisis tradicional quedan subvertidos.

Las reacciones del sistema político estuvieron en línea con la inmundicia generalizada. De los contradictores del peronismo era previsible, por supuesto: no es nuevo el deporte de revolear alegremente toneladas de materia fecal. Sus vertientes mediáticas se llevan el premio mayor, tal cual es costumbre.

En algún punto, también era de esperarse que el estallido de la bomba sucia iba a tener en la coalición panjusticialista una respuesta penosa, teniendo en cuenta el estado de decadencia en el que se encuentra. La pretensión de Mayra Mendoza de equiparar la violencia física ejercida sobre el cuerpo de Fabiola Yáñez con la deslealtad de Alberto Fernández para con su mentora es de una bajeza nauseabunda. A propósito de Cristina: un poco menos de egocentrismo y poco más de autocrítica no vendrían mal. Los padecimientos de sus votantes exigen una disculpa.

Comparada con semejante fetidez, la pelea de Maximiliano Pullaro con Amsafe parece un partido de cricket en los patios de Buckingham. La acusación de que el gremio docente tiene encono con su gestión, a diferencia de lo que ocurrió en otros períodos, vale como esgrima política pero no se ajusta a la realidad. Hace 2 años, los sindicatos de los educadores hicieron 11 días de paro en sólo un mes con una paritaria firmada y en cumplimiento. ¿Dónde está la presunta complacencia con Omar Perotti?

Es evidente que el gobernador considera que el boxeo con Amsafe lo capitaliza, del mismo modo que lo hace cuando castiga verbalmente a “los de derechos humanos”. Se verá al final de la película. Por lo pronto, con la aplicación a rajatabla del plus por asistencia y el descuento del día de huelga, apunta a quebrar la dinámica huelguista. El objetivo que se dibuja en el horizonte, tal vez abriendo un poco más la mano, es el normal inicio del ciclo lectivo 2025, en la previa de las elecciones de convencionales constituyentes.

Por si faltaba algo en época sádica, aparece orgulloso el despliegue de insultos, amenazas, escraches, linchamientos y carpetazos desde la cima del poder. Por supuesto, desde la comodidad de un despacho oficial. Santiago Caputo y sus muchachos, los Gordo Dan de la vida, deberían advertir que cuando les llegue el momento de bajar la escalera los van a tratar como ellos se comportaron al momento de la subida.

Pero se entiende la lógica: salir a asustar te protege más en ésta, la era de la sordidez. Y sí: el cachetazo, en el más amplio de los sentidos, es real.