La Navidad de Javier
El DNU de Milei, sorpresa y error de caracterización. El apoyo empresario y su repentino olvido republicano. Las resbalosas expectativas sobre la acción política en el Congreso. Y la incógnita de fondo: ¿avalará la sociedad argentina la revolución liberal que votó?
Buena parte de la conmoción que se vive desde el anuncio del mega DNU presidencial proviene de un equívoco de encuadre analítico de origen, que consiste en caracterizar a Javier Milei como un dirigente político que se ajusta plenamente al marco democrático.
El presidente habla de libertad, no de democracia. De lo que él entiende que es la libertad, que como quedó finalmente demostrado incluye en dosis minúsculas el derecho a protesta, ya sea en la calle o en los lugares de trabajo.
Más aún, teniendo en cuenta que Milei no tiene en mente realizar apenas una serie de reformas liberales en materia económica sino que viene a romper de una vez y para siempre la centenaria Argentina igualitaria que, aún muy magullada, todavía está viva. El que no cambia todo, no cambia nada, podría cantar un César Isella libertario.
Cuenta para su meta con aliados bastante más corpóreos que las fuerzas del cielo. El respaldo pleno de la Asociación Empresaria Argentina, en la cual se nuclean las compañías más poderosas del país, evidencia aún más el origen real de los más de 300 artículos del DNU. En el criterio general y en el articulado en particular, donde aparecen nítidamente los negocios de cada firma, además del interés global de clase, con perdón de la palabra. Para quienes todavía, insólitamente, se sorprenden de que esa corporación patronal haya dejado para mejor oportunidad su perorata institucionalista, vaya esta revelación: los Reyes Magos son los padres.
No está claro aún cuál va a ser la reacción del sistema político. Hay quienes creen, como lo dijo Héctor Daer en una entrevista radial, que el Decreto de Necesidad y Urgencia no va a pasar el filtro del Congreso. El propio secretario general de la CGT y varios de sus compañeros de conducción también pensaban hace un rato nomás que el contenido del decisorio no los iba a afectar tan plenamente sus puntos sensibles. Así les fue.
Menos aún se observa con claridad qué tamaño de tolerancia social habrá a este ametrallamiento del poder adquisitivo. Y si ese dolor termina resultando insoportable, de qué manera se canaliza. También es un gran interrogante cual será la reacción de quienes se vean directamente afectados por las medidas. Que es un universo descomunal de gente, por cierto.
Para poner un ejemplo concreto. No es difícil pensar que un sector considerable de la docencia argentina, ni que hablar santafesina, votó a Milei en el ballotage. Esos trabajadores y trabajadoras, ¿sabrán ya que su derecho a huelga quedará reducido a la mínima expresión? ¿Se terminarán de dar cuenta en las inminentes paritarias provinciales, si es que el DNU sobrevive? Dicho de otro modo: ¿habrán tomado conciencia de que su capacidad de presión por mejores salarios se habrá esfumado en el aire?
Si el presidente logra que los asalariados, por mencionar a quienes todavía cuentan con privilegios de la casta como recibo de sueldo, aguinaldo y vacaciones pagas, acepten semejante tala de derechos en pos de un futuro paraíso libertario, habrá triunfado en la batalla definitiva por el corazón del indócil pueblo argentino.
Tomá, Javier. Mañana es Navidad.