Por Federico Fulini (exconcejal y dirigente de La Corriente +)

En el medio de un cambio histórico con llegada de un fundamentalista extravagante, cruel y autodefinido como un “topo” destructor del Estado Nacional, el justicialismo en medio de una posición defensiva que conlleva un natural desgaste de su fuerza militante dada la cantidad de frentes abiertos por el gobierno anarco-capitalista, entra en una necesaria fase deliberativa.

Sin lugar a duda, que el movimiento nacional debe, con todo el esfuerzo que significa, reflexionar profundamente la realidad porque los cambios sociales, culturales, laborales y económicos que se estuvieron dando en los últimos 10 años -al menos- son de tal profundidad que, debemos repensar entre otras cosas, que el siglo XX y sus categorías de análisis no sirven para interpretar esta etapa, el método de la acción política, las formas de interpelar al pueblo, los dispositivos comunicacionales, etc.

La relación del Pueblo argentino con el Estado esta totalmente desvirtuada. No es casualidad y debería ser un gran llamado de atención que quien ejerce la primera magistratura nacional ganó haciendo campaña llamando a la destrucción de este. ¿Qué es lo que ha sucedido para que un “Estado presente”, sobre todo en los sectores populares, pase a ser un factor de enojo, infelicidad, bronca y desazón?

Quien hace tiempo comenzó a detectar esta situación y viene advirtiéndonos del tema es la propia compañera Cristina. En una de sus ultimas apariciones publicas en la universidad de Avellaneda introducía la idea de una nueva Estatalidad. Contaba que el Estado no se puede hacer cargo de todo y que por el avance tecnológico la planta estatal debería estar mas afuera que realizando tareas burocráticas e introdujo también un concepto doctrinario de la incorporación de la comunidad como agente de la construcción de la Nación. Mencionó sociedades de fomento, clubes, iglesias y demás actores del territorio. Sobre todo, en los barrios marginados. Hizo mención también al flagelo de los consumos problemáticos de sustancia.

Queda claro entonces que Cristina está en la construcción de un PROGRAMA. Programa que no puede, ni debe ser tarea solamente de la conducción estratégica, sino que debe ser tarea de todos los cuerpos dirigentes y militantes. Y también debe abarcar a todos los escalones de los gobiernos.

Hay que jerarquizar y también repensar el rol de los municipios que como decía Perón “que el municipio, original forma del Estado anterior al Estado mismo y a toda otra formación colectiva, está en contacto directo con las necesidades del pueblo y es el organismo que refleja con mayor exactitud sus inquietudes y sus incesantes anhelos de progreso y en el que repercuten, en último término, beneficiosa o adversamente, los actos de gobierno de un país, elevando o deprimiendo el nivel moral, político, económico y social de los individuos.”.

No queda dudas que para realizar semejante tarea de articulación de todos los actores del movimiento para la construcción del PROGRAMA que, no se nutre solamente de lo mencionado sino que abarca desde lo laboral – cosa que también la ex presidenta menciono- la seguridad, la política de defensa, la economía, la cultura y todas aquellas tareas que hacen al que hacer nacional deben estar conducidas desde el Partido Justicialista por alguien con el suficiente peso político y experiencia como los tiene la compañera Cristina Fernández de Kirchner.