Nos quieren tristes
Por César Malato (Militante Peronista y de la Ec. Social y Solidaria)
Hace un poco más de nueve años que en nuestro país por 1era vez en Democracia, las derechas mas modernas accedieron al Gobierno por elecciones libres, y mediante el voto de la ciudadanía.
Supieron organizar de diferentes maneras, a través de estos nuevos partidos como el PRO, COALICIÓN CÍVICA, y otros tradicionales como la UCR, más una sumatoria de Partidos Provinciales, conformar un conglomerado de expresiones políticas, que son por lo general partidarios y defensores de las “leyes del mercado”, PRO EMPRESARIOS, FISCALISTAS, PRODUCTIVISTAS - este concepto discutible y bastante tergiversado- y recientemente “defensores de la libertad” CARAJO!
Estas nuevas y viejas derechas, por lo general representan lo más conservador de las sociedades de las zonas núcleo (las tierras más productivas y más caras de la Arg), los intereses que se agrupan en torno a los complejos portuarios y agroexportadores (sojas y derivados, carnes, trigos, tecnologías), y la sumatoria de élites dirigentes y ejecutivas que desarrollan sus acciones en torno a la actividad de grandes grupos económicos y mediáticos, nacionales y extranjeros.
Estos núcleos poderosos irrumpen en la política democrática y en la conducción del Pais con Macri, y ahora tienen una vuelta de tuerca con los Hermanos Miley. Encarnan o representan esos intereses en contraposición a los Partidos y Movimientos Nacionales, Populares, promotores de los Estados fuertes, y de la defensa del sector público, con preferencia a beneficiar a los sectores más postergados de nuestros Países. Enfatizamos lo de “nuestros países” porque es una realidad parecida en la Región, pero en nuestro País - de la mano de los Hermanos Mileys- ha cobrado una característica virulenta y confiscatoria, desconocida en otros países hermanos.
Esa virulencia – lo que nosotros describimos como la política de la crueldad- confisca, transfiere, saca de un lado y pone en otro, cientos de miles de millones de los recursos públicos estatales (“la tuya” ó “la nuestra” como se prefiera), los sustrae de los presupuestos que estaban destinados a los Jubilados, los remedios gratuitos, la asistencia alimentaria, el subsidio al transporte, los subsidios al combustible y a los servicios públicos, la salud y la educación pública, etcéteras, y las asigna a fortalecer capacidades o directamente los mete por vía de desregulaciones, y enormes transferencias de recursos, en los bolsillos de las empresas más concentradas.
Ejemplos sobran: si saca los subsidios al agua, la luz, el gas, internet, telefonía, y permite aumentos sin límites de las boletas de esos servicios, no solo que las ganancias de esas empresas prestadoras aumentan tremendamente, sino que el valor de sus empresas crece por cientos y cientos de millones, y sus cotizaciones también.
¿Puede un país que se pretenda normal, o en los marcos de los capitalismos modernos, retirar al Estado, sus regulaciones, el arbitraje mediante leyes, o su contralor para que “el mercado” no haga y deshaga a su antojo, dejando en la miseria y la pobreza a millones y millones de compatriotas? Es viable un País con más de 20% de desocupación, 50% de pobreza, y 18% de indigencia?
¿Hay posibilidad de estabilizar un proceso como el actual, en el cual su Presidente fue votado prometiendo no subir las tarifas, no subir el boleto del transporte público, no poner nuevos impuestos (“me corto un brazo”, dijo) cerrar el Banco Central, liberar el cepo, y DOLARIZAR? De mínima deberíamos ya reconocer que INCUMPLIÓ SU CONTRATO ELECTORAL. Con sus propios electores, decimos.
¿Funciona o funcionó este tipo de medidas “anarco- libertarias” en algún otro País conocido, o en algún otro País del Mundo?
Gobernar a los bandazos privatizando todo, y después estatizando todo, eliminando cientos de miles empleos privados y públicos, sin obra pública ni políticas sociales ni de salud, ni de creación de empleo, ni de fomento a las PyMEs, ni de regulación a las pretensiones de los grandes empresarios, creemos, sinceramente, que no va a resultar.
Esperemos que para que el daño sea el menor posible sobre nuestras poblaciones, y sobre todo para los más vulnerables – niñeces, abuelas y abuelos, trabajadores desocupados, discapacitados - que la posibilidad de freno a estas políticas salvajes de ajuste y exclusión, sea más temprano que tarde, y guardando las formas democráticas.
“Nos quieren tristes, porque los Pueblos deprimidos no vencen” dijo el genial Arturo Jauretche, pero no lo van a lograr.