La otra cara del Niño: ¿puede la ciudad soportar abundantes lluvias?
Entre diciembre de 2023 y enero de 2024 se registraría un "exceso importante de precipitaciones" que preocupa a muchos barrios con deficiencias estructurales y falta de servicios básicos. Cómo se organizan en Santa Rosa de Lima y por qué sienten que el Estado se hace presente solo a través de las organizaciones sociales.
La llegada del Niño no solo supone un problema por las posibles crecidas extraordinarias de las costas santafesinas.
En rigor, se espera que el fenómeno sea entre “débil” y "moderado" y desde el gobierno provincial confían en estar preparados para no pasar sobresaltos como los de 2003 o 2007.
Menos se habla en cambio del escenario de abundantes lluvias que se espera para nuestra región: el Centro de Monitoreo Meteorológico y Climático SAT Santa Fe asegura que "en diciembre y enero habrá un exceso importante de precipitaciones".
No son caudales suficientes para desbordar los cauces, pero, ¿de qué otras formas puede afectar a la ciudad?
Un problema concreto y que afecta sensiblemente al cordón oeste de Santa Fe es el anegamiento por la gran cantidad de basura acumulada en zanjones y desagües pluviales.
Es lo que señalan por caso David Brest y Jorgelina Gómez, vecinos de Santa Rosa de Lima: “Hoy podemos lidiar con la lluvia porque se construyeron las defensas. Faltan mejorar los zanjones y las bocas de tormentas sobre calles como Aguado, Estrada, Hipólito Yrigoyen o Mendoza porque cuando llueve quedan las calles con agua negra por la mugre de los desagües”, cuenta Brest.
Gómez agrega: “Sufrimos cuando llueve porque las bocas de tormenta no están acondicionadas y se filtra mucho el agua hacia dentro de las casas. Con el fenómeno del Niño estamos preocupados porque no vemos cuadrillas limpiando las bocas de tormenta y destapando los zanjones. Sería importante porque siempre terminamos perjudicados quienes no tenemos dónde vivir. Los asentamientos son los más afectados.”
—La inundación de 2003 fue la que más afectó. La de 2007 se sufrió más sobre las casas de materiales que en los ranchos cercanos a las defensas porque eran las zonas más bajas. En ese tiempo faltaron bombas que drenen el agua y se venía para este lado—, recuerda Brest sobre la relación de su barrio con el agua.
Las defensas se desgastaron física y socialmente
David Brest recuerda con un dejo de nostalgia el beneficio social que trajo aparejada la construcción del anillo defensivo tras la autopista.
“Fue construida después de la inundación de 2007 y se terminó para el 2011 o 2012. En un principio todo el barrio venía a disfrutar en familia. Los fines de semana era imposible pescar si no venías temprano, porque siempre había gente disfrutando como en una costanera”, cuenta.
Lamenta por eso su estado actual: “Hoy la defensa es eficaz porque no hay agua, pero su problema es que está muy agrietada por la misma lluvia que de a poco fue desgastando el suelo".
—En la parte de abajo hay grietas grandes y lugares donde falta defensa—, dice mientras rasca con el pie la erosión provocada en la parte superior por el goteo chino de las lluvias a través del tiempo.
Pero Brest aclara que el desgaste social también se dio “por un tema de inseguridad”: “Los jóvenes que antes venían a divertirse lugo empezaron a hacer cosas malas”, explica.
“A la falta de cuidado del gobierno se agregó la de muchos vecinos. Hubo conflictos y la gente ya no se animó a pasar una tarde en familia. Se empezó a abandonar”, completa.
Donde las organizaciones sociales suplen al Estado
Jorgelina Gomez también observa un desgano estatal e individual para con el barrio, pero resalta la presencia de comunidad organizada a través de organizaciones sociales.
—Cuando suceden estos hechos siempre ayudamos a sacar el agua y dar apoyo. Hace poco conseguimos chapas para los vecinos que tenían filtraciones en sus casas. Mucha gente vive muy precarizada y se van agrandando los asentamientos porque las familias crecen. Creció mucho. En Villa Oculta hay mucha gente que se asentó sobre el zanjón—, cuenta la joven que nació y se crió en el barrio ubicado a la vera de calle Mendoza.
Hoy milita en la Corriente Clasista Combativa (CCC) y trabaja en los merenderos y comedores comunitarios que esta organización tiene en el barrio. Actualmente se encuentra cerrando los preparativos “para festejar el día del niño a lo grande”.
—Pero la gente mucho no se organiza si no es a través de las organizaciones sociales. Son estos espacios donde nos organizamos e incluso hacemos las tareas que no realiza el Estado. Los barrenderos municipales no se meten en las calles de tierra. El basurero tampoco entra en todos lados. Tenemos luz y cloaca, pero el agua muchas veces sale sucia—, cuenta sobre el estado actual de su vecindario.
Dice estar atenta a la llegada del Niño y preocupada por las posibles lluvias: “Sufrimos porque las bocas de tormenta no están acondicionadas. En Villa Oculta y Santa Rosa filtra mucho el agua hacia dentro de las casas cuando llueve y el Estado no manda cuadrillas a remover la basura de los zanjones”, explica.
Y agrega: “Con el fenómeno del Niño estamos preocupados porque no vemos cuadrillas limpiando las bocas de tormenta y destapando los zanjones. Sería importante porque siempre terminamos perjudicados quienes no tenemos dónde vivir. Los asentamientos son los más afectados.”