Del Graf Spee al 15 de Abril
Heinrich Theelen fue uno de los sobrevivientes del acorazado alemán. Su historia es una de las más particulares de la historia del fútbol argentino: días después de llegar a Santa Fe se probó en Unión, fue contratado y jugó el primer partido oficial de un equipo de la ciudad en los torneos de AFA.
Por Nicolás Lovaisa
Del medio del océano a una cancha de fútbol. De formar parte de la Marina de Adolf Hitler a pisar el 15 de Abril. De ver el comienzo de la Segunda Guerra Mundial a enfrentarse al poderoso River de Peucelle, Moreno y Pedernera y jugar el primer partido oficial en la historia de Unión. Ese fue el extraño camino que, en apenas un par de meses, recorrió el alemán Heinrich Theelen, protagonista de una historia increíble que 68 años después sale a la luz. En su país, Theelen había jugado en el Borussia Mönchengladbach. Luego fue uno de los marineros del mítico Admiral Graf Spee que, tras el hundimiento del acorazado, se refugió en nuestra ciudad. Sin proponérselo, se convirtió en el primer centrodelantero rojiblanco en los torneos de la AFA y en el único alemán que se desempeñó en el fútbol argentino.
La historia del acorazado
Entre 1936 y 1938 el Graf Spee cumplió tareas de control marino internacional en las costas de España, durante la Guerra Civil. Pero a mediados de 1939, ante la inminente Segunda Guerra Mundial, su función cambió: el 21 de agosto de ese año el acorazado, con más de mil tripulantes, zarpó del puerto de Wilhelmshaven al mando de su comandante, Hans Langsdorff.
La orden del Mando Naval para Langsdorff era clara: “Su misión consistirá en destruir por todos los medios los buques que aseguran el abastecimiento del enemigo. Evitará usted todavía, en la medida de lo posible, entrar en contacto con navíos militares adversarios. Aunque estos últimos sean inferiores a usted en potencia, no los atacará más que en caso de que sea indispensable para proseguir su misión principal: la destrucción del comercio”. Entre septiembre y diciembre el acorazado hundió nueve naves británicas, causándole pérdidas por más de 50 mil toneladas al enemigo.
El cabo de señales Heinrich Theelen formaba parte de la V División. “Su función era importante cuando teníamos que reabastecernos de combustible, a través del petrolero Altmark, porque él era quién daba las indicaciones hasta que se concretaba la operación”, recordó Gerhard Lange, cabo telegrafista, quien integraba la misma división dentro del barco y vivió hasta hace unos años en Santa Fe.
En la víspera del 13 de diciembre, el Graf Spee se proponía cortar la ruta de los buques comerciales que alcanzaban Buenos Aires y Montevideo, pero esta vez encontró una resistencia más dura. Los resultados del combate para el acorazado fueron de 56 muertos y daños menores en la nave. Fue entonces cuando Langsdorff se dirigió hacia el Río de La Plata y entró al puerto de Montevideo. El gobierno uruguayo le ofreció una estadía de 72 horas. El 17 de diciembre, apenas 120 minutos antes de que expirara ese plazo, el Graf Spee zarpó lentamente en dirección a alta mar, donde lo aguardaban las naves británicas. A las 19.55 una enorme columna de llamas brotó del acorazado, orgullo de la Marina de Hitler. Enseguida se escuchó una fuerte explosión: los alemanes habían hundido su propio buque.
“Después de haber luchado largo tiempo, he tomado la grave decisión de hundir el acorazado Admiral Graf Spee, a fin de que no caiga en manos del enemigo”, explicó Langsdorff (que se suicidó un día después en un hotel de Buenos Aires, envuelto en una bandera alemana) en una carta. Antes, el comandante había preparado el paso de sus hombres hacia la Argentina. La tripulación del acorazado, de más de 1.000 marineros, se alojó en Buenos Aires y, pocos días después, se fueron ubicando en distintas provincias del país.
El 29 de marzo de 1940 llegaron a la Estación de Trenes de Santa Fe 200 alemanes, “que ni bien pisaron suelo santafesino comenzaron a dispersarse en distintos hospedajes: 35 marineros se dirigieron al Regimiento 12 de Infantería, mientras que los demás buscaron alojamiento en residencias de familias alemanas y en distintas pensiones de la ciudad”, según publicó el diario El Orden. “Cuando bajamos del tren empezamos a caminar y todos nos miraban. En realidad, hasta nosotros mismos nos mirábamos extrañados, porque nunca nos habíamos visto de civil”, recordó Lange.
Heinrich Theelen no perdió el tiempo e inmediatamente fue a probar suerte como futbolista en Unión, teniendo en cuenta su paso por las divisiones menores del Borussia Mönchengladbach. Los dirigentes rojiblancos estaban gestionando la afiliación a la Asociación del Fútbol Argentino y decidieron darle una chance.
El 31 de marzo, Theelen (quien desde su arribo a Santa Fe pasó a llamarse Enrique luego de que se castellanizó su nombre) debutó ni más ni menos que en un amistoso ante River, disputado en el 15 de Abril.
Ese día, el Tate saltó a la cancha con Lezcano; Zárate y Martini; Arteaga, Solari y Bonacci; Tobke, Gervé, Theelen, Carelli y Ulrich. Por su parte, los de Núñez formaron con Besuzzo; Vaghi y Blanco; Cilauren, Minilla y Ramos; Peucelle, Moreno, Alcalde, Aballay y Pedernera. Es decir que, dos días después de arribar a nuestra ciudad, Theelen enfrentó a tres de los mejores jugadores de la historia del fútbol argentino: Carlos Peucelle, señalado como “el padre” de La Máquina, el Charro Moreno y el Maestro Pedernera, integrantes de aquella inolvidable delantera del conjunto millonario.
“Debe vigilarse el desempeño de Enrique Theelen como centre forward para confirmarlo en el caso que responda, o para buscar otro player con condiciones en caso contrario”, advertía El Orden tras el encuentro. Sin dudas, el rendimiento del delantero convenció a los dirigentes tatengues, que decidieron contratarlo, y también sedujo a los del Millonario, que mostraron su interés en él, según publicó El Litoral.
El 28 de abril de 1940 Unión disputó su primer partido oficial, apenas cuatro días después de que la AFA aceptara su afiliación. Fue por la 1ª fecha del torneo de Segunda División (hoy “B” Nacional) de ese año. El centrodelantero de ese equipo fue Theelen, que se había ganado un lugar. A los 23 minutos de partido, el Tate convirtió su primer gol en los torneos afistas: “Theelen, que había recibido el balón de Ulla, se adelantó y cedió en forma excelente a Ulrich, quien luego de eludir a un rival tiró al arco decretando de esa manera la primera caída de la valla visitante”, relató El Orden en su edición del 29 de abril. Theelen también habilitó a Gervé para el definitivo 4 a 2, a los 32 del segundo tiempo.
Pero su continuidad con la Rojiblanca se vio truncada por una lesión. El Tate debía enfrentar a Almagro, en José Ingenieros, por la 2ª fecha, pero Theelen no pudo formar parte del plantel. “El centre forward alemán resultó lesionado de bastante consideración durante un encuentro de práctica que se disputó en el field de Unión, razón por la cual no pudo integrar el equipo que jugó ante Almagro. La lesión empeoraba, formándosele un absceso en la pierna. Las autoridades rojiblancas, por prescripción médica, resolvieron internarlo en el Hospital de Caridad, pabellón 6, pieza 5, donde quedará hasta completar su recuperación”, explicaba El Litoral.
Theelen ya no volvió a jugar en Unión ni tampoco de manera oficial en ninguna otra institución de la Argentina. El motivo no está claro, aunque la lesión pudo haber sido un factor determinante. Su ex compañero en el Graf Spee, Lange, también tiene otra hipótesis: “Él nos decía que tenía muchos problemas para comunicarse con sus compañeros en la cancha, para hacerse entender. Quien no lo vivió no puede entender lo frustrante que es tener a una persona al lado y no saber cómo hablarle”. “Ellos estaban en la Argentina, pero seguían dependiendo de la Marina de Guerra. En los distintos campamentos en los que se alojaron en el país, había superiores, y los soldados estaban bajo sus órdenes y decisiones”, agregó el licenciado Hernán Schneider, quien investigó la historia del acorazado y de sus tripulantes y dirige un blog (admiral-graf-spee.blogspot.com) con mucho material sobre el tema.
Luego de su paso por el campamento de Santa Fe, Theelen fue trasladado a Rosario junto a otros cien alemanes, por las dificultades que había en nuestra ciudad para alojarlos. Al poco tiempo, volvió a las canchas: disputó varios encuentros amistosos en Córdoba, defendiendo la casaca del Graf Spee junto a otros compañeros.
En 1944 se incorporó a Unión Progresista de San Carlos Sud, que jugaba dentro de la Liga Esperancina. Al año siguiente se consagró campeón del Torneo Amistad que se disputó en San Jerónimo Norte. “Tengo un gran recuerdo de él, era un delantero muy potente. Nunca tuvimos un problema mientras estuvo, con nada. Jugó para nosotros ese año, volvió a Alemania y en 1949 (Unión Progresista volvió a ser campeón) ya estaba jugando con nosotros de nuevo”, recordó Felipe Lehman, arquero de aquel equipo.
Un dato clave
En 1945 se acercaba el final de la guerra. El 27 de marzo de ese año el presidente Edelmiro Farrell le declaró la guerra al Eje. “Hasta ese momento, los marineros del Graf Spee eran internados de guerra. A partir de ese día, pasaron a ser prisioneros de guerra, aunque la situación de ellos en el país no cambió”, afirmó Schneider. Sin embargo, se sabía que una vez que el conflicto bélico llegara a su fin iban a ser repatriados por el gobierno alemán.
“Siempre nos habíamos movido con mucha libertad dentro de los campamentos, respetando a nuestros superiores, pero con mucha libertad. En los últimos meses antes del final de la guerra eso cambió. Había guardias permanentes de soldados argentinos, para que nadie pudiera escapar”, contó Lange. “Fue en ese momento que supimos que aquellos alemanes que se hubieran casado en la Argentina no serían obligados a volver, aunque eso no se respetó del todo. Theelen se casó en esos meses”, precisó.
A partir de esa información, la búsqueda debía continuar en el Registro Civil de la Provincia. Allí, en el Acta Nº 333 del 2 de junio de 1945, quedó registrada la unión entre Enrique Theelen, de 28 años, y Carmen Iglesia, de 27. Este dato llevó a un desenlace inesperado: al hijo de ambos (llamado Enrique, como su padre), que actualmente vive en Rosario. Éste se sorprendió al saber que su padre había enfrentado a jugadores de la talla de Moreno y Pedernera y que había sido parte del primer partido oficial en la historia de Unión.
“Mi viejo nació el 12 de abril de 1917 en Rheydt, a orillas del río Rin, y había jugado de chico en el Borussia Mönchengladbach. Supe que había estado en Unión, incluso tengo un recorte de diario de ese año, pero no que había sido el debut del equipo en la AFA. En 1945, después de casarse con mi mamá, terminó la guerra. Él quiso volver a Alemania para buscar a su familia y se fue a fines de ese año, cuando mi mamá ya estaba embarazada. Yo nací mientras él estaba allá. Quería volver pero no tenía cómo hacerlo, por lo que recién pudo regresar al país después de un tiempo, con plata que juntaron entre las dos familias”, señaló.
Mientras vivió en Santa Fe, Theelen tuvo un taller de chapa y pintura en Obispo Gelabert casi Rivadavia. “Después se separó de mi mamá y comenzó a dar vueltas por varios lugares del país. Trabajó en Industrias Kaiser, Fiat y Peugeot y estuvo en Chaco, Córdoba, Jujuy y Buenos Aires. En 1960 decidió volver a Alemania, donde trabajó en Ford. Siempre me mantuve en contacto con él, por eso fue muy doloroso para mí cuando me enteré de su muerte. Papá falleció el 16 de enero de 1973, en la ciudad de Colonia. Yo soy su único hijo y después de mucho tiempo y trámites, recién en 1981, pude hacer que sus cenizas volvieran al país”, recordó, cerrando una historia que durante casi siete décadas fue un misterio.