Este martes falleció Otilia Leoncia Acuña a los 104 años, militante de Madres de Plaza de Mayo que asumió su participación activa desde su fundación en 197. Otilia luchó además contra la impunidad de los responsables de la inundación de 2003 desde su barrio, Santa Rosa de Lima.

Durante la última dictadura cívico-militar sufrió la pérdida de su hija Nilda Elías, a quien buscó incansablemente hasta sus últimos días. Nilda, docente y militante social y política, desapareció el 11 de abril de 1977 tras salir de su casa en el barrio Santa Rosa de Lima, y nunca regresó. Su esposo, Luis Ismael Silva, había sido secuestrado y desaparecido en Buenos Aires en noviembre de 1976.

Otilia asumió la crianza de sus tres nietos, quienes eran pequeños en ese entonces. Uno de ellos, Valeria Silva, siguió el legado familiar militando en la agrupación HIJOS.

Su valentía y determinación sirvieron de ejemplo para muchos santafesinos y santafesinas que continuaron luchando por la memoria de las víctimas de la dictadura. Además, tuvo una destacada trayectoria en la militancia barrial, fundando una asociación que gestionó pensiones sociales para los vecinos de su comunidad.

Una de sus frases más memorables, "La única lucha que se pierde es la que se abandona", quedó plasmada en una pared de su casa y se convirtió en su legado.

En sus últimos años, Otilia utilizaba una silla de ruedas debido a problemas de salud relacionados con su avanzada edad, según recordó LT9. A pesar de esto, nunca dejó de participar en manifestaciones y actos organizados por defensores de los derechos humanos, gremios docentes —en honor a la profesión de su hija— y marchas por los derechos de las mujeres.

En 2002, fue distinguida como Santafesina Ilustre por el Concejo Municipal de Santa Fe, junto a otras mujeres como Celina de Koffmann, Alejandra Ravelo, Otilia Acuña de Elías, y varias más, en reconocimiento a su "insobornable, metódica, inclaudicable y permanente tarea en defensa de los Derechos Humanos".