Las ruinas circulares
El peronismo santafesino, despedazado por mil partes. El tumulto por Zoom en el Congreso partidario, más claro echale agua. La salida de Mirabella, el cálculo electoral. Los sectores en pugna, cada uno por su lado en 2025. El viejo templo en común, camino al derrumbe.
El escandalete de ayer en el Congreso provincial del PJ, con denuncias sobre congretruchos incluidas, no hizo más que certificar la idea de que hoy el peronismo santafesino es poco más que un viejo templo en ruinas cuyos infinitos círculos internos tienen en común tan sólo una lejana identidad más simbólica que otra cosa.
Claro que hay ruinas y ruinas. Los senadores provinciales liderados por el siempre polémico Armando Traferri controlan el sello partidario y cuentan con abultadas efectividades conducentes, si bien diezmadas tras la catástrofe peronista de 2023. Mejor dicho: controlan el sello partidario porque cuentan con abultadas efectividades conducentes. La pregunta en 2025 es si sirven para algo, en términos electorales, la sigla y el escudito.
Hay un muy curioso antecedente histórico al respecto. En las elecciones de 1973, el Congreso del PJ santafesino resolvió avalar la candidatura a gobernador de Alberto Campos en abierta desobediencia a las instrucciones de Juan Perón, nada menos, quien había acordado con el radical desarrollista Carlos Silvestre Begnis que sea su postulante dentro del FREJULI. Adivinen quién ganó.
Sin ningún Perón a la vista, con un partido que no es ni la sombra de lo que fue, con una sociedad cuyas pertenencias políticas se tornan aceleradamente más líquidas, la potencia de controlar el sello tiende a cero, siempre hablando de una perspectiva electoral.
Tampoco sirvió para encuadrar a Omar Perotti, último gobernador justicialista, quien avanzó por las suyas en acordar con Maximiliano Pullaro la reforma constitucional y los cambios en la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe. Eso le permitió colocar, si todo sale como pinta, un hombre de su sector, Rubén Weder, en la nueva conformación del máximo tribunal provincial. Con 5 diputados sobre 50. Dentro de la malaria generalizada del peronismo, el rafaelino salvó la ropa.
A costa, claro, de múltiples reproches internos expresados a viva voz, que no parecen hacer mella en el ex gobernador. La dimensión del deterioro se pudo observar en otro de los trofeos que levantó Perotti gracias a sus acuerdos con Pullaro. Cuando se convirtió en ley el Boleto Educativo Gratuito, una de las banderas del hoy diputado provincial, los senadores peronistas decidieron ausentarse. Salvo un milagro, unos y otros recorrerán caminos distintos en 2025.
También se alista para recorrer un sendero propio el último candidato a gobernador del justicialismo, Marcelo Lewandowski, quien fue uno de los que levantó la voz en el Congreso partidario de ayer para luego desconectarse del Zoom. A propósito: el hecho de que el cónclave se haya realizado en forma virtual no deja de ser revelador del estado de cosas.
El Movimiento Evita, otro de los sectores que se negaron a participar del encuentro partidario por falta de garantías, se prepara para consolidar electoralmente un frente que vienen construyendo con Ciudad Futura y segmentos disidentes del rossismo, como los que encarnan Leandro Busatto y Norma López. Tercera posición.
Semejante balcanización se proyecta no sólo hacia la cercana elección de convencionales constituyentes sino también a los comicios nacionales, con resultados que asoman desoladores. Con la foto de hoy, el peronismo puede llegar a aspirar, con toda la furia, a ingresar dos diputados por Santa Fe. Ambas vacantes están cubiertas: Agustín Rossi y alguien de La Cámpora.
Ese cálculo, optimista por cierto, es opinión generalizada en el justicialismo. Roberto Mirabella, quien concluye su mandato y pretende renovar, seguramente tomó nota de ello cuando decidió abandonar el bloque de Unión por la Patria. Corre un riesgo: la apuesta por el santafesinismo puede salir muy mal, en tanto y en cuanto esa zona ideológica aparenta hoy estar cubierta plenamente por el pullarismo y aliados.
Aunque mal de muchos es consuelo de tontos, el peronismo santafesino bien puede decir que no es la única oveja negra de la familia. En un escenario de antropofagia a cielo abierto, los kirchnerismos volvieron a hacer de las suyas en la provincia de Buenos Aires con la no aprobación del presupuesto, la ley tributaria y el endeudamiento que pretendía Axel Kicillof. Sigan todos así que va fenómeno la cosa.
En el justicialismo de Santa Fe, todos los círculos son conscientes de que el viejo templo común está volando por el aire y cada uno de ellos por su lado pretende sobrevivir al estallido. Semejante destrucción peronista no hubiese aparecido ni en los sueños más húmedos de Jorge Luis Borges, un gorila de los que se extrañan. Tal vez, la inminente demolición sirva para que quienes aún respiren a fines de 2025 comiencen a juntar las ruinas para reconstruir el edificio. Puede fallar.
Feliz Año Nuevo.