"La sobrepoblación en la cárcel es una herramienta del Estado para deshumanizar"
Tras la publicación de un informe sobre la sobrepoblación en las cárceles de la provincia, un ex interno de Coronda contó su experiencia. "Los detenidos deben competir por una cama, una celda o un pequeño espacio personal para mantener su individualidad", sostuvo.
De la redacción de Santa Fe Plus
Federico cumplió condena en Coronda entre 2008 y 2021. "Es dificil describir acertadamente las condiciones de vida en un penal y sus consecuencias, pero aún así quería explicarlas desde mi experiencia", señala al repasar los datos de Santa Fe Plus sobre la preocupante sobrepoblación que padecen las cárceles de la provincia.
—Mi primer recuerdo es el de ser fagocitado por algo enorme, una especie de máquina o de monstruo que de a poco va disolviéndote—, comparte el exrecluso y amplía: —puede sonar a exagerado para quienes nunca lo vivieron, pero entrar por primera vez a un pabellón se vuelve una sensación muy real de encontrarse con muchas caras como la tuya: seres anónimos que han perdido la identidad individual para volverse parte de la población penal.
En sintonía con lo planteado por el investigador adjunto del Conicet y de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Mauricio Manchado, Federico entienden que las cárceles santafesinas "fueron proyectadas para alojar a una persona por celda, pero luego se dividieron para alojar a dos, e incluso hoy tenemos paballones con hasta tres divisiones".
—En los pabellones de ingreso una celda tiene 2,70 metros habitables sin contar tarima, cama y el recoveco a modo de baulera. Allí viven hasta tres personas, con un espacio total de menos de 90 centímetros cada uno. Se pasan de 14 a 16 horas diarias hacinados en celdas pequeñas donde deben comer, hacer sus necesidades y moverse para evitar calambres, todo junto a otras personas—, detalla Federico sobre las condiciones de vida de muchos de sus excompañeros, con quienes aún mantiene contacto fluido.
Apoyando su relato en fotos de las actuales condiciones de reclusión, comparte un testimonio grabado desde Coronda: "La comida que nos dan es malísima. Estuvimos dos semanas sin que nos pasen el pan, pero además la gente está durmiendo en el piso, y cuando llueve lo hace más adentro que afuera. Hay mucha humedad. Las camas se rompen todas, son muy finitas."
En tal marco, Federico remarca que toda necesidad "se inscribe bajo un colapso logístico, edilicio, alimentario, sanitario, que propician y estimulan la lucha violenta entre los detenidos que deben competir por una cama, una celda o un pequeño espacio personal para mantener su individualidad, situación que divide a los pabellones en dos tipos de presos: giles y piolas; victimas y victimarios".
—La superpoblacion es una consecuencia de políticas deficientes, pero también es una herramienta con la que el Estado desindividualiza y deshumaniza—, completa a modo de hipótesis, y agrega: —Lo que sucede cuando esas condiciones se prolongan en el tiempo, lo dejo a la libre imaginación.
"Pero mas alla de las posibles variantes, ninguna tiene aspectos positivos. Hay quien dijo cierta vez que la cárcel es un espacio dedicado a cortar libertades individuales ambulatorias, y creo que en esa síntesis se expresa toda la lógica del sistema represivo penal", concluye Federico.
Sobre su presente, cuenta: —Actualmente doy clases de electrónica digital a egresados de la cárcel, y tengo mi propio laboratorio en Santa Fe. Soy parte del colectivo Las Flores, una sociedad civil sin fines de lucro en dónde realizo diferentes actividades y estoy cursando el último año de abogacía. Soy aficionado a la escritura, a la locución y al periodismo.